3/10/2017, 23:21
(Última modificación: 3/10/2017, 23:23 por Uzumaki Eri.)
Después de la breve charla que mantuvieron —más Datsue y ella ya que Akame era del tipo callado—, comenzaron su largo viaje hasta Ichiban, donde seguramente deberían parar un par de veces, por reponer fuerzas y provisiones, sin embargo a Eri le hubiera gustado parar más veces de las que Akame permitió al grupo. Ya que tanto la kunoichi como Datsue parecían haber decidido que el líder de la misión sería él.
Seguramente por todas las veces en las que Akame había estado en silencio durante toda la travesía cuando pasaron la Planicie del Silencio, o cuando pararon en una taberna y Datsue terminó por venirse arriba, contando chistes, que para gusto de Eri hizo que casi se cayese de la silla; e incluso cantando canciones donde la joven no pudo evitar hacer los coros.
Sin embargo poco duró la juerga pues el otro Uchiha pidió acelerar el ritmo, así que todos terminaron por callarse y andar, andar, y andar. No hablaron más de lo necesario en todo el camino, quizá hicieron una o dos paradas más única y exclusivamente para recuperar fuerzas y ejercitar los músculos, y eso a Eri se le antojó demasiado formal, demasiado serio, ¿por qué no podrían matar el tiempo y el agotamiento contándose batallitas?
Con suerte no quedaba más que un triste trecho de camino para llegar a Ichiban, o así había creído leer en el mapa que había traído con ella y que residía dentro de su mochila, sellada en su hombro izquierdo; ya que aprovechando el momento en el que ambos Uchiha habían ido a hacer sus necesidades, esperó unos segundos y aprovechó a sellarse su mochila y todo lo que en ella residía en su cuerpo. Fue una gran idea ya que gracias a ello no le terminó por doler la espalda en todo el camino.
Así que después de una larga caminata en silencio, por fin comenzaban a vislumbrar el pueblo donde por fin comenzarían la misión encomendada, además de poder descansar como era debido.
Seguramente por todas las veces en las que Akame había estado en silencio durante toda la travesía cuando pasaron la Planicie del Silencio, o cuando pararon en una taberna y Datsue terminó por venirse arriba, contando chistes, que para gusto de Eri hizo que casi se cayese de la silla; e incluso cantando canciones donde la joven no pudo evitar hacer los coros.
Sin embargo poco duró la juerga pues el otro Uchiha pidió acelerar el ritmo, así que todos terminaron por callarse y andar, andar, y andar. No hablaron más de lo necesario en todo el camino, quizá hicieron una o dos paradas más única y exclusivamente para recuperar fuerzas y ejercitar los músculos, y eso a Eri se le antojó demasiado formal, demasiado serio, ¿por qué no podrían matar el tiempo y el agotamiento contándose batallitas?
Con suerte no quedaba más que un triste trecho de camino para llegar a Ichiban, o así había creído leer en el mapa que había traído con ella y que residía dentro de su mochila, sellada en su hombro izquierdo; ya que aprovechando el momento en el que ambos Uchiha habían ido a hacer sus necesidades, esperó unos segundos y aprovechó a sellarse su mochila y todo lo que en ella residía en su cuerpo. Fue una gran idea ya que gracias a ello no le terminó por doler la espalda en todo el camino.
Así que después de una larga caminata en silencio, por fin comenzaban a vislumbrar el pueblo donde por fin comenzarían la misión encomendada, además de poder descansar como era debido.