5/10/2017, 22:20
(Última modificación: 5/10/2017, 22:20 por Uchiha Akame.)
Cuando Akame cruzó sus manos el sello de la Serpiente, sonriendo para sus adentros con aquel característico "te tengo" plasmado en el rostro, nunca pudo imaginarse cuál iba a ser la respuesta de su contrincante. Datsue formó el sello del Carnero con una mano e, implacable, se arrojó sobre Akame en un abrazo explosivo.
El sello detonó con violencia mandando a los dos muchachos por los aires en direcciones opuestas. Akame se estrelló contra la verja metálica que rodeaba el campo y luego cayó al suelo como un muñeco de trapo, golpeándose con el banco de madera. Luego, todo se volvió negro.
Recuperó la consciencia instantes después. Alarmado, alzó la vista y buscó ávidamente a su oponente... Sólo para verlo tirado en el suelo a unos cuantos metros de él. Akame resolló con dificultad, apretando los dientes cuando una corriente de dolor le sacudió desde el hombro izquierdo hasta el pecho, allí donde le había alcanzado la explosión.
—Jod... Joder —masculló con un gruñido, tratando de apoyarse en el banco con su brazo derecho, todavía hábil, para incorporarse. «No puedo rendirme... No ahora...»
El Uchiha consiguió, tras muchos esfuerzos, ponerse en pie. Estaba visiblemente maltrecho por el golpe, pero conforme pasaba el tiempo su visión se iba aclarando y sus ojos recuperaban la clarividencia del Sharingan. Vio el chakra de Datsue, muy debilitado pero todavía suficiente como para pelear. Metió la mano derecha en el portaobjetos y sacó una píldora que engulló con avidez.
—Levanta... —Akame quiso gritar, pero apenas le salió un hilo de voz—. Levanta... Lev... ¡Levanta! —consiguió exclamar tras varios intentos—. Todavía no he acabado contigo, rata.
Le hubiese gustado lanzarse sobre Datsue en ese mismo momento, espada en mano, y darle una buena paliza. Pero tenía que admitir que él mismo estaba, todavía, demasiado maltrecho como para hacer tal cosa. Se llevó una mano al portaobjetos...
El sello detonó con violencia mandando a los dos muchachos por los aires en direcciones opuestas. Akame se estrelló contra la verja metálica que rodeaba el campo y luego cayó al suelo como un muñeco de trapo, golpeándose con el banco de madera. Luego, todo se volvió negro.
Recuperó la consciencia instantes después. Alarmado, alzó la vista y buscó ávidamente a su oponente... Sólo para verlo tirado en el suelo a unos cuantos metros de él. Akame resolló con dificultad, apretando los dientes cuando una corriente de dolor le sacudió desde el hombro izquierdo hasta el pecho, allí donde le había alcanzado la explosión.
—Jod... Joder —masculló con un gruñido, tratando de apoyarse en el banco con su brazo derecho, todavía hábil, para incorporarse. «No puedo rendirme... No ahora...»
El Uchiha consiguió, tras muchos esfuerzos, ponerse en pie. Estaba visiblemente maltrecho por el golpe, pero conforme pasaba el tiempo su visión se iba aclarando y sus ojos recuperaban la clarividencia del Sharingan. Vio el chakra de Datsue, muy debilitado pero todavía suficiente como para pelear. Metió la mano derecha en el portaobjetos y sacó una píldora que engulló con avidez.
—Levanta... —Akame quiso gritar, pero apenas le salió un hilo de voz—. Levanta... Lev... ¡Levanta! —consiguió exclamar tras varios intentos—. Todavía no he acabado contigo, rata.
Le hubiese gustado lanzarse sobre Datsue en ese mismo momento, espada en mano, y darle una buena paliza. Pero tenía que admitir que él mismo estaba, todavía, demasiado maltrecho como para hacer tal cosa. Se llevó una mano al portaobjetos...