8/10/2017, 23:41
(Última modificación: 8/10/2017, 23:44 por Uchiha Datsue.)
Las llamas se reflejaron en sus ojos. El olor a carne quemada inundó su olfato. El sabor a ceniza impregnó su paladar. ¿Era aquello el sabor de la gloria? Si así lo era, el Uchiha se sentía ligeramente decepcionado. Siempre había creído que sabría mejor. Había ganado. Había ganado al Campeón del Torneo del Valle de los Dojos, a Uchiha Akame, y aún así, no sentía más que…
… calor. Una oleada tremenda de calor, justo a su espalda. Entonces, en una milésima de segundo, antes incluso de que una bala flamígera lamiese sin compasión su torso, lo comprendió. Comprendió que iba a empatar… de nuevo. Fue entonces cuando echó de menos ese mal sabor de boca que le había dejado al creer que se había hecho con la victoria. Lo añoró tanto como una madre que no ve a sus retoños en décadas. Más incluso.
Su garganta emitió un sonido desgarrador, mientras se veía catapultado hacia adelante. Su cuerpo, inerte, se dio de bruces contra el suelo y rodó, sin control, en un amasijo de sangre y carne chamuscada. Uno de sus ojos logró entreabrirse, antes de que su cerebro se desconectase, incapaz de soportar más dolor.
Entonces se dio cuenta que Akame estaba a su lado, tirado en el suelo, justo al revés que él, de suerte que ambas cabezas habían quedado a la misma altura. Creyó que su ojo, esta vez negro como el carbón, también le observaba entreabierto…
...oyó unos pasos rápidos. Una voz grave y ronca...
… y luego la oscuridad lo engulló todo.
Lo primero que sintió fue dolor. En la cabeza, en la espalda… en todo el cuerpo. Pero especialmente en el brazo, como si le hubiesen clavado un hierro candente hasta el hueso. La quemazón fue aumentando. Ahora era como si tuviese varios hierros clavados en él, desde distintos puntos. Le quemaba. Le ardía. Se revolvió en la cama, empapada en sudor. Escuchó que el pitido rítmico de una máquina se aceleraba. Se aceleraba demasiado.
Luego distinguió algo. La silueta de una persona a su lado. Inyectaba algo en una bolsa. El dolor se iba… La oscuridad volvía.
Poco a poco se fue despertando, recobrando la conciencia. Tenía la boca seca y se sentía débil, pero no había dolor. Ninguno remarcable. La luz que se filtraba por la ventana le molestó en los ojos, y tardó varios segundos en acostumbrar la vista. Estaba en una habitación, con una ventana a su derecha y otra cama a su izquierda. Entremedio, una cortina, que hubiese ocultado una cama de la otra de haber estado corrida. Había una bolsa colgada a un lado, llena de un líquido transparente, y un pequeño tubito salía de ahí directo al dorso de su mano. De su brazo bueno. El otro lo tenía inmovilizado y vendado.
Gruñó, desperezándose. Lo último que recordaba era…
Giró la vista a un lado, y reconoció en seguida la nariz rota, tan característica de su compañero.
… calor. Una oleada tremenda de calor, justo a su espalda. Entonces, en una milésima de segundo, antes incluso de que una bala flamígera lamiese sin compasión su torso, lo comprendió. Comprendió que iba a empatar… de nuevo. Fue entonces cuando echó de menos ese mal sabor de boca que le había dejado al creer que se había hecho con la victoria. Lo añoró tanto como una madre que no ve a sus retoños en décadas. Más incluso.
Su garganta emitió un sonido desgarrador, mientras se veía catapultado hacia adelante. Su cuerpo, inerte, se dio de bruces contra el suelo y rodó, sin control, en un amasijo de sangre y carne chamuscada. Uno de sus ojos logró entreabrirse, antes de que su cerebro se desconectase, incapaz de soportar más dolor.
Entonces se dio cuenta que Akame estaba a su lado, tirado en el suelo, justo al revés que él, de suerte que ambas cabezas habían quedado a la misma altura. Creyó que su ojo, esta vez negro como el carbón, también le observaba entreabierto…
...oyó unos pasos rápidos. Una voz grave y ronca...
… y luego la oscuridad lo engulló todo.
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Lo primero que sintió fue dolor. En la cabeza, en la espalda… en todo el cuerpo. Pero especialmente en el brazo, como si le hubiesen clavado un hierro candente hasta el hueso. La quemazón fue aumentando. Ahora era como si tuviese varios hierros clavados en él, desde distintos puntos. Le quemaba. Le ardía. Se revolvió en la cama, empapada en sudor. Escuchó que el pitido rítmico de una máquina se aceleraba. Se aceleraba demasiado.
Luego distinguió algo. La silueta de una persona a su lado. Inyectaba algo en una bolsa. El dolor se iba… La oscuridad volvía.
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Poco a poco se fue despertando, recobrando la conciencia. Tenía la boca seca y se sentía débil, pero no había dolor. Ninguno remarcable. La luz que se filtraba por la ventana le molestó en los ojos, y tardó varios segundos en acostumbrar la vista. Estaba en una habitación, con una ventana a su derecha y otra cama a su izquierda. Entremedio, una cortina, que hubiese ocultado una cama de la otra de haber estado corrida. Había una bolsa colgada a un lado, llena de un líquido transparente, y un pequeño tubito salía de ahí directo al dorso de su mano. De su brazo bueno. El otro lo tenía inmovilizado y vendado.
Gruñó, desperezándose. Lo último que recordaba era…
Giró la vista a un lado, y reconoció en seguida la nariz rota, tan característica de su compañero.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado