9/10/2017, 20:29
Al Uchiha casi se le heló la sangre en las venas cuando aquel tío con pinta de duro aseguró saberlo todo de ellos; y más todavía cuando sacó dos hojas de papel que Akame supuso serían sus expedientes. Sintió la mirada de aquel tipo clavándose en él y por puro instinto se encogió en la cama. Eso hizo que le tirasen las vendas que le cubrían el torso y le provocó un gruñido de dolor.
«¿Qué coj...?»
Aquel jōnin acababa de utilizar sus expedientes como cenicero. Akame no supo si tomarlo como una metáfora de lo que pensaba hacer con ellos, pero desde luego el tipo no parecía contento. En parte, Akame estaba en shock; era la primera vez que un superior venía a cantarle las cuarenta de forma tan deliberadamente beligerante. Entonces cayó en la cuenta de que también era la primera vez que peleaba con todo contra un compañero, que intentaba... ¿Matarle? ¿Acaso eso era lo que había ansiado? El pensamiento le produjo náuseas y tuvo que contener una arcada.
Cuando la avalancha de acusaciones y reprimenda se sobrevino, Akame la aguantó mucho menos estoicamente de lo que habría deseado. Apretó los dientes y se mordió la lengua mientras aquel jōnin les recriminaba su actitud en el campo de entrenamiento. «¡No es justo, joder! ¡Él lo empezó todo! ¡Él!»
El Uchiha sintió unos deseos irrefrenables de delatar a Datsue, de contar a aquel jōnin todo lo que sabía sobre la revista; seguramente, su compañero recibiría un castigo ejemplar. Pudiera ser que incluso le retirasen la bandana. ¿Era eso realmente lo que Akame quería...?
—Yo... —balbuceó el Uchiha—. Yo... Yo... Lo siento, shinobi-dono —dijo finalmente, bajando la cabeza—. Me dejé llevar por mis emociones. No debí hacerlo... Aceptaré mi castigo.
«¿Qué coj...?»
Aquel jōnin acababa de utilizar sus expedientes como cenicero. Akame no supo si tomarlo como una metáfora de lo que pensaba hacer con ellos, pero desde luego el tipo no parecía contento. En parte, Akame estaba en shock; era la primera vez que un superior venía a cantarle las cuarenta de forma tan deliberadamente beligerante. Entonces cayó en la cuenta de que también era la primera vez que peleaba con todo contra un compañero, que intentaba... ¿Matarle? ¿Acaso eso era lo que había ansiado? El pensamiento le produjo náuseas y tuvo que contener una arcada.
Cuando la avalancha de acusaciones y reprimenda se sobrevino, Akame la aguantó mucho menos estoicamente de lo que habría deseado. Apretó los dientes y se mordió la lengua mientras aquel jōnin les recriminaba su actitud en el campo de entrenamiento. «¡No es justo, joder! ¡Él lo empezó todo! ¡Él!»
El Uchiha sintió unos deseos irrefrenables de delatar a Datsue, de contar a aquel jōnin todo lo que sabía sobre la revista; seguramente, su compañero recibiría un castigo ejemplar. Pudiera ser que incluso le retirasen la bandana. ¿Era eso realmente lo que Akame quería...?
—Yo... —balbuceó el Uchiha—. Yo... Yo... Lo siento, shinobi-dono —dijo finalmente, bajando la cabeza—. Me dejé llevar por mis emociones. No debí hacerlo... Aceptaré mi castigo.