11/10/2017, 15:14
Los segundos siguientes fueron los más tensos de toda su vida shinobi hasta ese momento, como si Datsue hubiese ganado de repente la capacidad de dilatar el tiempo a su antojo y hacer parecer siglos a unos pocos instantes. Akame estaba esperando que su compañero hiciera lo que mejor sabía hacer; sacar tajada de una situación provechosa. ¿Qué más podía pedir? Le había ofrecido la oportunidad de acabar con aquella disputa de una vez por todas. Todo lo que Datsue tenía que hacer era destruir el expediente de Akame...
El sonido del papel rasgando el aire voló hasta sus oídos, y Akame no pudo contener un suspiro aliviado. Alzó la vista para ver cómo Raito el Jōnin —como había decidido llamarle— cazaba ambos expedientes al vuelo. La cara del shinobi formó una expresión difícilmente descifrable, y no precisamente por sus cicatrices, que acabó convirtiéndose en un tenue amago de sonrisa. Finalmente, les citó al día siguiente en el Estadio de Celebraciones.
«¿Qué quiere decir con eso?»
Akame decidió no darle más vueltas. Le dedicó una última mirada a Datsue —que no podía interpretarse sino desde la más extrema confusión— y se dio media vuelta, cerrando los ojos.
Pronto el mundo de los sueños le dio la bienvenida...
El sonido del papel rasgando el aire voló hasta sus oídos, y Akame no pudo contener un suspiro aliviado. Alzó la vista para ver cómo Raito el Jōnin —como había decidido llamarle— cazaba ambos expedientes al vuelo. La cara del shinobi formó una expresión difícilmente descifrable, y no precisamente por sus cicatrices, que acabó convirtiéndose en un tenue amago de sonrisa. Finalmente, les citó al día siguiente en el Estadio de Celebraciones.
«¿Qué quiere decir con eso?»
Akame decidió no darle más vueltas. Le dedicó una última mirada a Datsue —que no podía interpretarse sino desde la más extrema confusión— y se dio media vuelta, cerrando los ojos.
Pronto el mundo de los sueños le dio la bienvenida...