12/10/2017, 16:11
El tabernero se acercó con sus tres platos, dejando a cada uno el que había pedido. Pronto descubrieron que sólamente disponían de dos habitaciones, cosa que entendió la joven aunque no sabía bien cómo iban a repartirse las habitaciones... Ahí apareció Datsue.
Primero lo miró con duda en los ojos y una ceja arqueada, no entendiendo bien lo que quería decirle a través de los signos que la hacía. Luego comenzó a entender que él quería compartir con ella habitación. No sabía si era adecuado pues a lo mejor los dos Uchihas podían dormir en una y ella en otra, por lo de que ellos eran chicos...
Luego comprendió que quería estar con ella porque a Akame le apestaban los pies.
Asintió y levantó su pulgar a Datsue, a modo de aprobación. Luego se dispuso a devorar la comida que comenzaba a enfriarse en su plato, claramente hambrienta pues dejó a un lado casi sus modales para engullir su estofado y satisfacer a su hambriento estómago, que todavía gruñía aún recibiendo comida.
—Y vosotros, ¿qué pensáis? Una casa encantada... Cuentos de viejas, eso digo yo.
Ella bebió de su vaso de agua, recién terminada de comer. ¿Una casa encantada? Bueno, no había parado a pensar bien sobre el por qué estaban ahí. Después habló Datsue, alegando que había visto a un muerto levantarse y eso la hizo fruncir el ceño. ¿Pero qué clase de cosas habían visto aquellos dos?
—Quizá es alguien molestando a los inquilinos para que no se queden y poder usar la casa ellos o ellas —comentó la joven mientras dejaba el vaso al lado de su plato ya vacío—. Porque... ¿Fantasmas? No sé, algo no me cuadra en todo esto...
Primero lo miró con duda en los ojos y una ceja arqueada, no entendiendo bien lo que quería decirle a través de los signos que la hacía. Luego comenzó a entender que él quería compartir con ella habitación. No sabía si era adecuado pues a lo mejor los dos Uchihas podían dormir en una y ella en otra, por lo de que ellos eran chicos...
Luego comprendió que quería estar con ella porque a Akame le apestaban los pies.
Asintió y levantó su pulgar a Datsue, a modo de aprobación. Luego se dispuso a devorar la comida que comenzaba a enfriarse en su plato, claramente hambrienta pues dejó a un lado casi sus modales para engullir su estofado y satisfacer a su hambriento estómago, que todavía gruñía aún recibiendo comida.
—Y vosotros, ¿qué pensáis? Una casa encantada... Cuentos de viejas, eso digo yo.
Ella bebió de su vaso de agua, recién terminada de comer. ¿Una casa encantada? Bueno, no había parado a pensar bien sobre el por qué estaban ahí. Después habló Datsue, alegando que había visto a un muerto levantarse y eso la hizo fruncir el ceño. ¿Pero qué clase de cosas habían visto aquellos dos?
—Quizá es alguien molestando a los inquilinos para que no se queden y poder usar la casa ellos o ellas —comentó la joven mientras dejaba el vaso al lado de su plato ya vacío—. Porque... ¿Fantasmas? No sé, algo no me cuadra en todo esto...