16/10/2017, 18:09
Akame lanzó un grito de júbilo y rabia cuando vio, extasiado, cómo sus propias llamaradas superaban en poder a las de aquella bestia y se la llevaban por delante. El dragón rugió y se lamentó mientras ardía bajo el poderoso chakra Katon del Uchiha, que en aquel envite había demostrado ser el verdadero maestro del fuego.
Sin embargo, la alegría le duró poco. El Dragón Negro se levantó, visiblemente furioso, y buscó cargar contra él con aquellos movimientos fluidos pero duros como la piedra a la que daba vida. Akame siguió los movimientos de la bestia —con más pericia de la que normalmente pudiera gracias a su Sharingan— y buscó apartarse a un lado, cubriéndose con una de las estanterías, cuando finalmente el monstruo arremetió. El Uchiha esperaba que su agilidad y capacidad de predicción, junto con la cobertura de la estantería, fueran suficientes para evitar verse alcanzado por otro de aquellos devastadores coletazos.
Sin embargo, Akame no estaba luchando solo... No todavía. Nada más la bestia lanzó su ataque contra el ninja, Akodo Toturi surgió de entre unas estanterías destrozadas enarbolando su Naginata y buscando clavársela a la bestia en la espalda.
—¡Muere, monstruo! —rugió el robusto guerrero.
El Uchiha salió entonces de detrás de su cobertura con dos shuriken en las manos. Lanzó ambas estrellas metálicas directamente hacia el torso del dragón... Intentando que el hilo que había atado rápidamente entre ellas se enredara en el cuerpo de la bestia, clavando finalmente las estrellas metálicas en él. Sin perder un segundo, Akame haría una serie de sellos y se llevaría a la boca un extremo del hilo.
—¡Katon! ¡Ryūka no Jutsu!
De sus labios emergería un torrente de llamas que recorrería el hilo a toda velocidad, tratando de llegar hasta el dragón y explosionar violentamente en una tormenta de fuego y cenizas.
Sin embargo, la alegría le duró poco. El Dragón Negro se levantó, visiblemente furioso, y buscó cargar contra él con aquellos movimientos fluidos pero duros como la piedra a la que daba vida. Akame siguió los movimientos de la bestia —con más pericia de la que normalmente pudiera gracias a su Sharingan— y buscó apartarse a un lado, cubriéndose con una de las estanterías, cuando finalmente el monstruo arremetió. El Uchiha esperaba que su agilidad y capacidad de predicción, junto con la cobertura de la estantería, fueran suficientes para evitar verse alcanzado por otro de aquellos devastadores coletazos.
Sin embargo, Akame no estaba luchando solo... No todavía. Nada más la bestia lanzó su ataque contra el ninja, Akodo Toturi surgió de entre unas estanterías destrozadas enarbolando su Naginata y buscando clavársela a la bestia en la espalda.
—¡Muere, monstruo! —rugió el robusto guerrero.
El Uchiha salió entonces de detrás de su cobertura con dos shuriken en las manos. Lanzó ambas estrellas metálicas directamente hacia el torso del dragón... Intentando que el hilo que había atado rápidamente entre ellas se enredara en el cuerpo de la bestia, clavando finalmente las estrellas metálicas en él. Sin perder un segundo, Akame haría una serie de sellos y se llevaría a la boca un extremo del hilo.
—¡Katon! ¡Ryūka no Jutsu!
De sus labios emergería un torrente de llamas que recorrería el hilo a toda velocidad, tratando de llegar hasta el dragón y explosionar violentamente en una tormenta de fuego y cenizas.