19/10/2017, 09:52
Después de lograr que Datsue bajase a la hora que debían —aunque con métodos que no le habían llegado a gustar—, la joven terminó de arreglar su pelo y ambos bajaron por las escaleras. Se reencontraron con Akame quien estaba sentado ya, tomando su desayuno y ellos hicieron lo mismo ocupando las sillas a su lado.
El tabernero les sirvió su comida y ella comió tranquila, como si Datsue no fuese a morirse de un momento a otro por haberse despertado temprano o como si Akame no tuviese tanta prisa, ¡era su desayuno y tenía que disfrutarlo! Además, estaba delicioso, no como la cerveza que le habían puesto a Datsue, eso era... Indescriptible.
—¿Habéis dormido bien? Mis sábanas picaban un cojón —la chica asintió, dándole la razón sobre las sábanas—. Como sea, deberíamos ponernos en camino pronto. Primero deberíamos preguntar por la dirección del señor Takeda.
Apuró su desayuno y suspiró, satisfecha, luego se levantó junto a Akame y se deshizo de los pliegues de su vestimenta. Esperó que Datsue volviese de pedir su vaso de agua y nada más llegar, los tres se pusieron en marcha.
«¿Estará muy lejos la casa del señor Takeda?»
—Oye, un momento... —sopesó la kunoichi mientras avanzaban a su destino —. ¿Pensáis que nos sugerirán quedarnos a dormir en aquella casa para terminar de solucionar el asunto?
No supo por qué, pero un escalofrío la recorrió de arriba a abajo.
El tabernero les sirvió su comida y ella comió tranquila, como si Datsue no fuese a morirse de un momento a otro por haberse despertado temprano o como si Akame no tuviese tanta prisa, ¡era su desayuno y tenía que disfrutarlo! Además, estaba delicioso, no como la cerveza que le habían puesto a Datsue, eso era... Indescriptible.
—¿Habéis dormido bien? Mis sábanas picaban un cojón —la chica asintió, dándole la razón sobre las sábanas—. Como sea, deberíamos ponernos en camino pronto. Primero deberíamos preguntar por la dirección del señor Takeda.
Apuró su desayuno y suspiró, satisfecha, luego se levantó junto a Akame y se deshizo de los pliegues de su vestimenta. Esperó que Datsue volviese de pedir su vaso de agua y nada más llegar, los tres se pusieron en marcha.
«¿Estará muy lejos la casa del señor Takeda?»
—Oye, un momento... —sopesó la kunoichi mientras avanzaban a su destino —. ¿Pensáis que nos sugerirán quedarnos a dormir en aquella casa para terminar de solucionar el asunto?
No supo por qué, pero un escalofrío la recorrió de arriba a abajo.