19/10/2017, 20:08
(Última modificación: 19/10/2017, 20:08 por Uchiha Datsue.)
Nada más salir, el gélido viento de otoño se coló entre sus huesos como un frío puñal. Tuvo que avisar a Eri y Akame para que le esperasen un minuto, y al regresar de la taberna, volvió ataviado en mejores condiciones. Ahora, aparte de su habitual vestimenta, una capa de viaje le envolvía hasta las rodillas. Era blanca, con bordados carmesíes en las mangas y al final de la túnica. Tenía capucha, aunque no la llevaba puesta, pues en su cabeza portaba una gorra de lana gris. Un gris tirando más bien a blanco.
Con las manos dentro de los bolsillos, y todavía algo malhumorado, atravesó las vacías calles del pueblo hasta dar con la plaza principal, donde pronto localizaron su objetivo.
—Buenos días —saludó, a la par que Akame, mucho más despejado ya tras la caminata. Agradeció que les invitasen a pasar, notando de nuevo la cálida temperatura de un sitio cerrado. Una buena casa, era aquella. Amplia, con muchos adornos que, saltaba a la vista, no eran baratijas.
Los ojos de Datsue volaban de un sitio a otro, como un cuervo buscando un objeto brillante. Era más por costumbre y curiosidad que por otra cosa. Finalmente, se centró en Masahiro, quien se declaraba todo un filántropo. El Uchiha sospechaba que un verdadero filántropo no se lo llamaría a sí mismo nada más presentarse, pero como todavía no había conocido a ninguno…
—Uchiha Datsue —se presentó, una vez Masahiro hubo acabado—, y me alegra decirle que no le informaron mal. Los shinobis de Ame son aguerridos, y los de Kusa tozudos como ellos solos… Pero cuando se trata de resolver algo intelectual —se llevó una mano a la sien—, ah, nada mejor que nosotros. Le explicaré nuestro método de trabajo —continuó Datsue, que no había tenido un método de trabajo en su vida—. Abordamos cada misión sin prejuzgar nada, contemplando todas las hipótesis posibles para luego ir refutándolas una a una, hasta que irremediablemente nos quede la verdadera sin posibilidad a error. Esto es lo que nos diferencia del resto, y nos hace tan eficientes —dijo el shinobi, que más bien parecía un vendedor ambulante—. Así que, aunque yo personalmente le crea cuando asegura que es cosa de los vecinos —mintió. No le creía ni le dejaba de creer, simplemente, lo desconocía—, permítanos abordar también los demás casos.
»Para empezar, me gustaría saber quién fue esa persona que le dio tal ganga por la mansión. ¿Sigue todavía por el pueblo?
Quizá Datsue fuese joven, pero había viajado por casi media Oonindo. Jamás había encontrado una ganga. Nunca. En ningún sitio. Todas o eran una estafa o tenían gato encerrado. Por eso le había llamado poderosamente la atención aquel detalle.
Con las manos dentro de los bolsillos, y todavía algo malhumorado, atravesó las vacías calles del pueblo hasta dar con la plaza principal, donde pronto localizaron su objetivo.
—Buenos días —saludó, a la par que Akame, mucho más despejado ya tras la caminata. Agradeció que les invitasen a pasar, notando de nuevo la cálida temperatura de un sitio cerrado. Una buena casa, era aquella. Amplia, con muchos adornos que, saltaba a la vista, no eran baratijas.
Los ojos de Datsue volaban de un sitio a otro, como un cuervo buscando un objeto brillante. Era más por costumbre y curiosidad que por otra cosa. Finalmente, se centró en Masahiro, quien se declaraba todo un filántropo. El Uchiha sospechaba que un verdadero filántropo no se lo llamaría a sí mismo nada más presentarse, pero como todavía no había conocido a ninguno…
—Uchiha Datsue —se presentó, una vez Masahiro hubo acabado—, y me alegra decirle que no le informaron mal. Los shinobis de Ame son aguerridos, y los de Kusa tozudos como ellos solos… Pero cuando se trata de resolver algo intelectual —se llevó una mano a la sien—, ah, nada mejor que nosotros. Le explicaré nuestro método de trabajo —continuó Datsue, que no había tenido un método de trabajo en su vida—. Abordamos cada misión sin prejuzgar nada, contemplando todas las hipótesis posibles para luego ir refutándolas una a una, hasta que irremediablemente nos quede la verdadera sin posibilidad a error. Esto es lo que nos diferencia del resto, y nos hace tan eficientes —dijo el shinobi, que más bien parecía un vendedor ambulante—. Así que, aunque yo personalmente le crea cuando asegura que es cosa de los vecinos —mintió. No le creía ni le dejaba de creer, simplemente, lo desconocía—, permítanos abordar también los demás casos.
»Para empezar, me gustaría saber quién fue esa persona que le dio tal ganga por la mansión. ¿Sigue todavía por el pueblo?
Quizá Datsue fuese joven, pero había viajado por casi media Oonindo. Jamás había encontrado una ganga. Nunca. En ningún sitio. Todas o eran una estafa o tenían gato encerrado. Por eso le había llamado poderosamente la atención aquel detalle.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado