21/10/2017, 10:09
Akame supuso que la respuesta a su pregunta era negativa, y Eri ahogó un suspiro de alivio para no mostrarse un tanto agitada frente a sus compañeros de misión. Luego pudieron salir al exterior de Ichiban, recibiendo el frío matutino de una típica mañana de Otoño. La joven se estiró las mangas de su jersey y calentó un poco sus manos, pues ya comenzaban a adquirir un leve toque frío.
Gracias a las indicaciones de Datsue que anteriormente había conseguido del tabernero del lugar donde se quedaban, por ello encontraron la casa de Takeda bastante más pronto de lo que ella imaginaba. La cosa era... ¿Por qué no se lo habían indicado en el pergamino si era él quien había solicitado la misión?
Con el ceño fruncido por el viento que soplaba en su cara e impedía que pudiese tener los ojos tan abiertos como de normal, fue Akame quien la sacó de su enfurruñamiento cuando alegó que ya había encontrado la casa. La joven asintió y sacó las manos de sus bolsillos, reposándolos detrás de su cuerpo para más formalismo.
—Buenos días —dijo la joven cuando Akame terminó de explicar quiénes eran. El señor al principio parecía estar analizándolos, pero pronto les dejó pasar.
El lugar donde estaban era bastante más diferente a lo que se esperaba Eri, ya que era un lugar muy espacioso para ser una casa de pueblo humilde. La joven se sentó donde indicó el señor Takeda y escuchó atentamente lo que éste tenía que contarles.
«Quizá no sea envidia, quizá se sienten atacados por forasteros...»
Esperó ya que nada más Takeda terminó su discurso sobre lo manchada que estaba su imagen y su propiedad, Datsue hizo gala de su gran talento para el habla, aunque podría haberse ahorrado lo de los shinobi de Kusagakure y Amegakure... Y lo de que ellos eran los mejores... Bueno, daba igual, porque lo siguiente fue lo más sensato que podía decir.
—Para empezar, me gustaría saber quién fue esa persona que le dio tal ganga por la mansión. ¿Sigue todavía por el pueblo?
Eri asintió, la verdad es que tampoco quería abordarle de preguntas al hombre, de uno en uno podría funcionar también.
Gracias a las indicaciones de Datsue que anteriormente había conseguido del tabernero del lugar donde se quedaban, por ello encontraron la casa de Takeda bastante más pronto de lo que ella imaginaba. La cosa era... ¿Por qué no se lo habían indicado en el pergamino si era él quien había solicitado la misión?
Con el ceño fruncido por el viento que soplaba en su cara e impedía que pudiese tener los ojos tan abiertos como de normal, fue Akame quien la sacó de su enfurruñamiento cuando alegó que ya había encontrado la casa. La joven asintió y sacó las manos de sus bolsillos, reposándolos detrás de su cuerpo para más formalismo.
—Buenos días —dijo la joven cuando Akame terminó de explicar quiénes eran. El señor al principio parecía estar analizándolos, pero pronto les dejó pasar.
El lugar donde estaban era bastante más diferente a lo que se esperaba Eri, ya que era un lugar muy espacioso para ser una casa de pueblo humilde. La joven se sentó donde indicó el señor Takeda y escuchó atentamente lo que éste tenía que contarles.
«Quizá no sea envidia, quizá se sienten atacados por forasteros...»
Esperó ya que nada más Takeda terminó su discurso sobre lo manchada que estaba su imagen y su propiedad, Datsue hizo gala de su gran talento para el habla, aunque podría haberse ahorrado lo de los shinobi de Kusagakure y Amegakure... Y lo de que ellos eran los mejores... Bueno, daba igual, porque lo siguiente fue lo más sensato que podía decir.
—Para empezar, me gustaría saber quién fue esa persona que le dio tal ganga por la mansión. ¿Sigue todavía por el pueblo?
Eri asintió, la verdad es que tampoco quería abordarle de preguntas al hombre, de uno en uno podría funcionar también.