24/10/2017, 17:16
La lluvia no cesaba, pero eso no era una novedad. En la aldea oculta de la lluvia, esa era la única verdad inalterable, la única verdad absoluta. Apenas habían salido los primeros rayos del sol, la luz apenas irradiaba calor, y ya hacía horas que había gente despierta. El trabajo no cesa para los que ofician el arte del ninjutsu, no hay descanso para los que mantienen la paz.
Tras un deliberado estudio de los genin que no estaban actualmente con una misión activa, los que se encontraban de descanso, y los que simplemente no parecían compatibles con el encargo pendiente, la resolución se hizo absoluta. El encargo no era una misión, o al menos no a primera vista, pero eso era algo de lo que éstos ya se darían cuenta. Apenas abrieran los ojos, habrían despertado porque el timbre de casa estaba sonando. En la puerta, aguardaría un mensajero, que portaba un pergamino de la administración de Amegakure. El sello de la aldea salvaguardaba el contenido, su procedencia era irrefutable.
El mensajero, tras repartir el par de pergaminos gemelos, continuaría con su labor.
Tras un deliberado estudio de los genin que no estaban actualmente con una misión activa, los que se encontraban de descanso, y los que simplemente no parecían compatibles con el encargo pendiente, la resolución se hizo absoluta. El encargo no era una misión, o al menos no a primera vista, pero eso era algo de lo que éstos ya se darían cuenta. Apenas abrieran los ojos, habrían despertado porque el timbre de casa estaba sonando. En la puerta, aguardaría un mensajero, que portaba un pergamino de la administración de Amegakure. El sello de la aldea salvaguardaba el contenido, su procedencia era irrefutable.
El mensajero, tras repartir el par de pergaminos gemelos, continuaría con su labor.