29/10/2017, 06:00
Aquella minúscula gota de agua parecía ser el final para Akahara, que yacía cegado en medio de una caída, a merced de lo que su oponente le hubiese arrojado.
Pero aquello estaba dentro de sus planes, que si bien no consideraban todos los cambios en la forma de la situación, si consideraban el limitado número de resoluciones posibles. El quedar comprometido luego de arrojarse a un ataque, era solo una de los cientos de escenarios que había simulado en su cabeza.
Su cuerpo fue alcanzado por el minúsculo proyectil, dando la sensación de que lo atravesaba con suma facilidad… Sin embargo, basto un instante para que se hiciera claro que ya no se trataba de su cuerpo si no de una enorme piedra, uno de los pilares tallados que adornaban la entrada. El ataque perforo la roca con suma facilidad y también la columna de terreno elevado que se encontraba detrás.
—Eso estuvo incómodamente cerca —declaro Masanobu, que ahora se encontraba a cierta distancia del ninja de Amegakure.
El hombre extravagante aún se encontraba intacto: demostraba el haber utilizado la “Técnica del remplazo de cuerpos”, solo que sin prevención o preparación alguna. Lo cierto es que como precaución —pues jamás olvidaba ser precavido— había utilizado el “Sello de transcripción” para sellar el jutsu que habría de ponerle a salvo. Solo que en su astucia determino que su condición de liberación seria la misma con la cual se activaba la técnica que llevaba guardada, el ser alcanzado por un ataque enemigo.
Masanobu se sonrió con suficiencia mientras observaba a Yarou; no esperaba el tener que utilizar aquella artimaña tan pronto, pues no recordaba que sus cálculos le indicaran que se veía forzado a protegerse con aquel “seguro”.
De pronto, cuando la batalla estaba por reanudarse, una voz se hizo captar por sobre el ruido:
—¡Detén este caos ahora mismo!
Al girarse pudo ver que Nishijima había recobrado la conciencia y que se encontraba de pie… Aquello podría resultar un problema: si el anciano escultor se alteraba en aquel instante, mientras la técnica de control de esculturas estaba activa, las cosas podrían salirse de control muy rápido. Sabiendo aquello, detuvo el accionar de todas y cada una de las esculturas.
—¿Qué has hecho? —pregunto Satomu.
—He cumplido mi promesa, he llevado tu arte al siguiente nivel —respondió con orgullo.
El escultor se acercó a la estatua viviente del tigre que le vigilaba y la examino con asombro e inocencia. Vio cómo se movía y como reaccionaba. Era como si estuviese viendo la cosa más maravillosa del mundo, una manifestación milagrosa de la existencia de los dioses. Masanobu chasqueo sus dedos, y a su encuentro acudieron cada una de las ciento de estatuas que estaban a su servicio. Las mismas comenzaron a congregarse en el patio, quedando ante la vista de un escultor que yacía derramando enormes e incontenibles lágrimas del más sincero enternecimiento.
—Dime, escultor, ¿es tal como te lo imaginabas? ¿Es tal y como lo habías soñado?
—Esto es aquello que siempre quise pero que jamás fui capaz de lograr —respondió mientras tanteaba los rocosos cuerpos de sus creaciones con orgullo paternal—. Durante toda mi vida busque la forma de acercarme a los dioses, de trabajar en su honor o igualarme con ellos para poder vislumbrar un milagro como este.
—Y esto es solo la raíz del árbol de aquello que podemos lograr —le aseguro con una amplia y maliciosa sonrisa—. Se mi socio y te aseguro que podrás llevar tu arte a niveles que jamás habías soñado, de verdad podrás ser “Aquel que le confiere a la piedra humanidad”. Con mi guía aprenderás a manejar tu don en lugar de que él te maneje a ti, será como despertar a una nueva realidad que he de mostrarte… Lo único que tienes que hacer es un pequeño sacrificio: esta vida y esta gente que tanto te atrasan, esta humanidad que te mantiene limitado.
»Sé que puede parecer algo desmedido, pero, ¿acaso tu arte no lo vale?
Sus palabras calaban profundamente en el escultor, le tentaban y le motivaban a partes iguales. Su lado humano le decía que aquello era una locura, que debía de negarse… pero las posibilidades. Abandonar su vida no era algo que le preocupara mucho, pues su trabajo era la única razón por la cual se permitía seguir respirando… Era lo único que no podía abandonar: si se negaba, bien podría ser que aquel sujeto fallara y muriese allí mismo, pero con él moriría cualquier posibilidad de cumplir sus sueños.
—¿Son sinceras tus palabras y tu interés? —pregunto, dudoso mientras sentía su corazón endurecerse aún más.
—No seas tan ególatra escultor: no hago esto para servirte… Yo tengo mis propios sueños y ambiciones, al igual que tú tienes los tuyos —anuncio, con una mescla de desdén y determinación—. En este mundo cruel e ignorante los sueños deben ser realizados por quienes tiene el valor para construirlos y sacrificar lo necesario en el camino hacia ellos.
»Es solo que la providencia nos ha puesto en una situación en donde cada uno tiene las herramientas necesarias para conseguir los objetivos del otro.
Le sorprendió lo similar que aquel hombre resultaba, pues lo primero en su vida era su oficio y todo lo demás importaba poco. Comprendió que urdido aquel plan y se había puesto en peligro de muerte para conseguir algo que deseaba con todas sus fuerzas… No podía decir que el no fuera capaz de hacer lo mismo.
—Faltan mis tres últimas estatuas —dijo, como para cambiar un poco el ambiente.
—Las envié a que acabaran con las personas a quienes representaban, me pareció que era una especie de adecuada “justicia poética” —respondió, sin un ápice de emoción.
—Eso quiere decir que aquellos muchachos están muertos —sentencio, aunque era más una pregunta.
—No lo sé: las estatuas no responden, por lo que imagino que fueron destruidas… Quien sabe, ¿acaso importa?
—No, no importa —dijo con frialdad—. Acabemos con esto y vámonos —dijo con total naturalidad, como si todo lo que allí aconteció fuera algo trivial, como si la gente que le escuchaba —que ahora eran unos cuantos— importara poco.
—Esa es la aptitud —le dijo sonriendo—. Permíteme terminar de zanjar este asunto y podremos marcharnos.
—¡Deja eso! Hasta yo puedo ver que tienes posibilidades de ser derrotado… y de perder a muchas de mis creaciones. Larguémonos de una vez antes de que me arrepienta.
—Bueno, ya ves, en esto de los negocios siempre hay que tener en cuenta las opiniones y consejos de tus socios —aseguro mientras le sonreía a Yarou—. Ha sido interesante… de todas formas, ahora que no se interponen en mis planes, no tengo ningún conflicto con ustedes. Claro intente matarles, pero no fue nada personal; fue solo un choque de intereses.
»Si… no creo que haga falta decirlo, un profesional como tú no se molestaría en guardar emociones que le empañasen la vista —su tono tenía una curiosa mescla de burla y sinceridad—, menos cuando se trata de combatir a alguien contra quien era casi seguro que perdieras… —río un poco para si mismo—. Recordare esto, si, seguro que lo hare.
Y con aquello dicho, su cuerpo parpadeo para aparecer junto a Nishijima y el bosque de estatuas vivientes que ahora le rodeaban. Masanobu alzo su mano y luego la estampo contra el suelo, iniciando una técnica que distorsionaría el espacio hasta llevarles a algún lugar lejano.
—Tanto años de espera y por fin he conseguido hacerme con la mayor de las herramientas, aquella que le confiera a la piedra humanidad.
—¡Ya! Si esta sociedad tiene algún futuro, todo se basara en tu habilidad para aprender a no colmar mi paciencia, recuérdalo.
—No te preocupes, lo recordare… lo recordare todo.
Y con aquello sus cuerpos se disiparon hasta solo dejar un profundo silencio y un gran espacio vacío.
Pero aquello estaba dentro de sus planes, que si bien no consideraban todos los cambios en la forma de la situación, si consideraban el limitado número de resoluciones posibles. El quedar comprometido luego de arrojarse a un ataque, era solo una de los cientos de escenarios que había simulado en su cabeza.
Su cuerpo fue alcanzado por el minúsculo proyectil, dando la sensación de que lo atravesaba con suma facilidad… Sin embargo, basto un instante para que se hiciera claro que ya no se trataba de su cuerpo si no de una enorme piedra, uno de los pilares tallados que adornaban la entrada. El ataque perforo la roca con suma facilidad y también la columna de terreno elevado que se encontraba detrás.
—Eso estuvo incómodamente cerca —declaro Masanobu, que ahora se encontraba a cierta distancia del ninja de Amegakure.
El hombre extravagante aún se encontraba intacto: demostraba el haber utilizado la “Técnica del remplazo de cuerpos”, solo que sin prevención o preparación alguna. Lo cierto es que como precaución —pues jamás olvidaba ser precavido— había utilizado el “Sello de transcripción” para sellar el jutsu que habría de ponerle a salvo. Solo que en su astucia determino que su condición de liberación seria la misma con la cual se activaba la técnica que llevaba guardada, el ser alcanzado por un ataque enemigo.
Masanobu se sonrió con suficiencia mientras observaba a Yarou; no esperaba el tener que utilizar aquella artimaña tan pronto, pues no recordaba que sus cálculos le indicaran que se veía forzado a protegerse con aquel “seguro”.
De pronto, cuando la batalla estaba por reanudarse, una voz se hizo captar por sobre el ruido:
—¡Detén este caos ahora mismo!
Al girarse pudo ver que Nishijima había recobrado la conciencia y que se encontraba de pie… Aquello podría resultar un problema: si el anciano escultor se alteraba en aquel instante, mientras la técnica de control de esculturas estaba activa, las cosas podrían salirse de control muy rápido. Sabiendo aquello, detuvo el accionar de todas y cada una de las esculturas.
—¿Qué has hecho? —pregunto Satomu.
—He cumplido mi promesa, he llevado tu arte al siguiente nivel —respondió con orgullo.
El escultor se acercó a la estatua viviente del tigre que le vigilaba y la examino con asombro e inocencia. Vio cómo se movía y como reaccionaba. Era como si estuviese viendo la cosa más maravillosa del mundo, una manifestación milagrosa de la existencia de los dioses. Masanobu chasqueo sus dedos, y a su encuentro acudieron cada una de las ciento de estatuas que estaban a su servicio. Las mismas comenzaron a congregarse en el patio, quedando ante la vista de un escultor que yacía derramando enormes e incontenibles lágrimas del más sincero enternecimiento.
—Dime, escultor, ¿es tal como te lo imaginabas? ¿Es tal y como lo habías soñado?
—Esto es aquello que siempre quise pero que jamás fui capaz de lograr —respondió mientras tanteaba los rocosos cuerpos de sus creaciones con orgullo paternal—. Durante toda mi vida busque la forma de acercarme a los dioses, de trabajar en su honor o igualarme con ellos para poder vislumbrar un milagro como este.
—Y esto es solo la raíz del árbol de aquello que podemos lograr —le aseguro con una amplia y maliciosa sonrisa—. Se mi socio y te aseguro que podrás llevar tu arte a niveles que jamás habías soñado, de verdad podrás ser “Aquel que le confiere a la piedra humanidad”. Con mi guía aprenderás a manejar tu don en lugar de que él te maneje a ti, será como despertar a una nueva realidad que he de mostrarte… Lo único que tienes que hacer es un pequeño sacrificio: esta vida y esta gente que tanto te atrasan, esta humanidad que te mantiene limitado.
»Sé que puede parecer algo desmedido, pero, ¿acaso tu arte no lo vale?
Sus palabras calaban profundamente en el escultor, le tentaban y le motivaban a partes iguales. Su lado humano le decía que aquello era una locura, que debía de negarse… pero las posibilidades. Abandonar su vida no era algo que le preocupara mucho, pues su trabajo era la única razón por la cual se permitía seguir respirando… Era lo único que no podía abandonar: si se negaba, bien podría ser que aquel sujeto fallara y muriese allí mismo, pero con él moriría cualquier posibilidad de cumplir sus sueños.
—¿Son sinceras tus palabras y tu interés? —pregunto, dudoso mientras sentía su corazón endurecerse aún más.
—No seas tan ególatra escultor: no hago esto para servirte… Yo tengo mis propios sueños y ambiciones, al igual que tú tienes los tuyos —anuncio, con una mescla de desdén y determinación—. En este mundo cruel e ignorante los sueños deben ser realizados por quienes tiene el valor para construirlos y sacrificar lo necesario en el camino hacia ellos.
»Es solo que la providencia nos ha puesto en una situación en donde cada uno tiene las herramientas necesarias para conseguir los objetivos del otro.
Le sorprendió lo similar que aquel hombre resultaba, pues lo primero en su vida era su oficio y todo lo demás importaba poco. Comprendió que urdido aquel plan y se había puesto en peligro de muerte para conseguir algo que deseaba con todas sus fuerzas… No podía decir que el no fuera capaz de hacer lo mismo.
—Faltan mis tres últimas estatuas —dijo, como para cambiar un poco el ambiente.
—Las envié a que acabaran con las personas a quienes representaban, me pareció que era una especie de adecuada “justicia poética” —respondió, sin un ápice de emoción.
—Eso quiere decir que aquellos muchachos están muertos —sentencio, aunque era más una pregunta.
—No lo sé: las estatuas no responden, por lo que imagino que fueron destruidas… Quien sabe, ¿acaso importa?
—No, no importa —dijo con frialdad—. Acabemos con esto y vámonos —dijo con total naturalidad, como si todo lo que allí aconteció fuera algo trivial, como si la gente que le escuchaba —que ahora eran unos cuantos— importara poco.
—Esa es la aptitud —le dijo sonriendo—. Permíteme terminar de zanjar este asunto y podremos marcharnos.
—¡Deja eso! Hasta yo puedo ver que tienes posibilidades de ser derrotado… y de perder a muchas de mis creaciones. Larguémonos de una vez antes de que me arrepienta.
—Bueno, ya ves, en esto de los negocios siempre hay que tener en cuenta las opiniones y consejos de tus socios —aseguro mientras le sonreía a Yarou—. Ha sido interesante… de todas formas, ahora que no se interponen en mis planes, no tengo ningún conflicto con ustedes. Claro intente matarles, pero no fue nada personal; fue solo un choque de intereses.
»Si… no creo que haga falta decirlo, un profesional como tú no se molestaría en guardar emociones que le empañasen la vista —su tono tenía una curiosa mescla de burla y sinceridad—, menos cuando se trata de combatir a alguien contra quien era casi seguro que perdieras… —río un poco para si mismo—. Recordare esto, si, seguro que lo hare.
Y con aquello dicho, su cuerpo parpadeo para aparecer junto a Nishijima y el bosque de estatuas vivientes que ahora le rodeaban. Masanobu alzo su mano y luego la estampo contra el suelo, iniciando una técnica que distorsionaría el espacio hasta llevarles a algún lugar lejano.
—Tanto años de espera y por fin he conseguido hacerme con la mayor de las herramientas, aquella que le confiera a la piedra humanidad.
—¡Ya! Si esta sociedad tiene algún futuro, todo se basara en tu habilidad para aprender a no colmar mi paciencia, recuérdalo.
—No te preocupes, lo recordare… lo recordare todo.
Y con aquello sus cuerpos se disiparon hasta solo dejar un profundo silencio y un gran espacio vacío.