30/10/2017, 12:13
Akame desvió la mirada disimuladamente, buscando las de sus dos compañeros, cuando el señor Takeda mencionó que a los últimos inquilinos habían tenido que "llevárselos". «Algo me dice que aquí no nos están contando todo... Esto parece mucho más siniestro que simplemente un truco de los pueblerinos». Como vio que ni Datsue ni Eri decían nada al respecto, decidió callarse él también. A veces no era buena idea presionar a los clientes con temas que ellos mismos no querían tocar; y todavía tenían más fuentes de información, entre ellas el alguacil.
Así pues, el comerciante se limitó a responder a las dos preguntas de los muchachos.
—¿En la casa? No, no, yo... —balbuceó por momentos, pero luego su voz volvió a recobrar aquel tono sibilino—. ¡No! Claro que no, como les estoy diciendo, la casa está perfectamente. ¡Es todo una treta!
Luego se volvió hacia Datsue.
—La residencia de Daidoji-dono está en la plaza, cruzando la calle. Es la única con el rótulo de su familia sobre la puerta, no tiene pérdida.
Akame asintió y miró a sus compañeros antes de ponerse en pie, por si todavía quisieran hacerle alguna que otra pregunta o petición al señor Takeda.
Así pues, el comerciante se limitó a responder a las dos preguntas de los muchachos.
—¿En la casa? No, no, yo... —balbuceó por momentos, pero luego su voz volvió a recobrar aquel tono sibilino—. ¡No! Claro que no, como les estoy diciendo, la casa está perfectamente. ¡Es todo una treta!
Luego se volvió hacia Datsue.
—La residencia de Daidoji-dono está en la plaza, cruzando la calle. Es la única con el rótulo de su familia sobre la puerta, no tiene pérdida.
Akame asintió y miró a sus compañeros antes de ponerse en pie, por si todavía quisieran hacerle alguna que otra pregunta o petición al señor Takeda.