6/11/2017, 20:26
La joven iba a paso ligero por las calles de la gran y fría Uzushiogakure. Estaban en pleno Viento Gris y a ella no se le había ocurrido vestirse de otra manera, no sé, ponerse algún tipo de kimono largo o quizá una túnica de invierno. ¡Lo que sea! No, ella se tenía que vestir en plan veraniego, con un yukata de color carmesí con detalles negros en las mangas largas y anchas que llevaba, el símbolo de su villa brillaba en su espalda de un color rojo intenso, brillante, que parecía iluminar aquel trozo de la vestimenta de la chica. Llevaba unas medias que le llegaban hasta las rodillas, de color negro y unas sandalias oscuras. Sus típicas coletas ahora se encontraban recogidas en moños altos y el flequillo estaba suelto.
Había ido a casa de Datsue que casualmente no quedaba muy lejos de la suya, pero al muy cretino no se le había ocurrido otra cosa que avisar a última hora que la fiesta no sería en su casa, sino en la de los Sakamoto. Ella casi entraba en cólera por la noticia, pero se relajó y solo pensó en comida y bebida gratis.
Por eso ahora estaba a punto de torcer la esquina que daba a aquella mansión de dimensiones gigantescas muerta de frío y abrazándose a sí misma para conservar el poco calor que tenía en el cuerpo. ¿Cómo narices los Sakamoto habían montado semejante caserón en medio de la villa? Solo ellos lo sabían, Eri, por su parte, solo quería comprobar si tenían la chimenea puesta.
Por fin llegó a la entrada, donde Datsue esperaba, impaciente, a que los demás apareciesen.
—H-hola Datsue... —dijo la joven entre tiritonas —. La próxima vez puedes avisar antes, bonito.
Había ido a casa de Datsue que casualmente no quedaba muy lejos de la suya, pero al muy cretino no se le había ocurrido otra cosa que avisar a última hora que la fiesta no sería en su casa, sino en la de los Sakamoto. Ella casi entraba en cólera por la noticia, pero se relajó y solo pensó en comida y bebida gratis.
Por eso ahora estaba a punto de torcer la esquina que daba a aquella mansión de dimensiones gigantescas muerta de frío y abrazándose a sí misma para conservar el poco calor que tenía en el cuerpo. ¿Cómo narices los Sakamoto habían montado semejante caserón en medio de la villa? Solo ellos lo sabían, Eri, por su parte, solo quería comprobar si tenían la chimenea puesta.
Por fin llegó a la entrada, donde Datsue esperaba, impaciente, a que los demás apareciesen.
—H-hola Datsue... —dijo la joven entre tiritonas —. La próxima vez puedes avisar antes, bonito.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)