13/11/2017, 18:01
Datsue pasó un brazo sobre los hombros de Eri cuando ella se acercó en busca de calor, e hinchó el pecho, como un pavo real, tras ésta decirle que le favorecía el color del yukata. ¡Pues claro que le favorecía! Se había pegado media hora para elegirlo, ¡cómo para no hacerlo! No obstante, su breve momento de vanagloriarse pronto pasó, justo en el momento en el que ella resaltó su palidez. La achacó al frío, mas la kunoichi no podía estar más equivocada respecto a aquel asunto.
«Shukaku…» El monstruo que llevaba en su interior era el responsable de su actual piel pálida. Haberse pasado medio verano encerrado en el Valle de los Dojos tampoco había ayudado, claro. Apenas había tenido tiempo de tocar las blancas arenas de Uzu y ponerse al sol. Eso, sumado a que ahora casi no podía dormir, daban su actual resultado.
Pero no quería aburrirla ni preocuparla con todo aquello.
—Por cierto… —añadió, en susurros, mientras Nabi corría hasta ellos—. Recuérdame luego que te pida consejo sobre algo.
Le guiñó un ojo, y no volvió a mencionar el tema. Las bromas con Nabi fueron sucediéndose, mientras Stuffy, claramente rencoroso, se iba directo hacia Eri, pasando olímpicamente de Datsue. Todavía debía tenerle guardada al Uchiha que éste se hubiese olvidado de su existencia, cuando hizo aquel desafortunado comentario en su apartamento. «Ay, Stuffy, Stuffy… El resentimiento no lleva a ningún lado, amigo mío»
Entremedias, Katsumi había pasado por allí. Koko había salido, quizá algo impaciente porque entrasen de una vez. Plum también había llegado, quien devolvió la sonrisa a Eri y la saludó de forma enérgica, con un gran apretón de manos y dándole un par de palmadas en el hombro. Con Datsue no fue tan efusiva, aunque también pareció alegrarse de volver a verle. Con Nabi… A Nabi le dedicó una larga mirada, como queriendo analizar si su comentario sobre los bichos era otra de sus bromas para meterse con ella o lo decía sin malicia. Pareció optar por lo segundo.
—Están de puta madre —respondió, con el ceño fruncido—. ¿Y tú? Pensé que la Aldea ya se había deshecho de ti —soltó, en un tono ambiguo, sin dar mucho a entender si estaba bromeando o simplemente decepcionada. Decepcionado porque efectivamente no se hubiesen deshecho de él.
Segundos después, fue el turno de Akimichi Sora en aparecer. Datsue no pudo evitar fijarse en…
—Tio, ¡has engordado! ¡Datsue! Me debes 100 ryos. ¡Te dije que era capaz de engordarse todavía más!
... justamente eso. El Uchiha se puso todavía más pálido. Primero, por lo mal que le estaba dejando quedar Nabi. Segundo, por los cien ryōs que acababa de perder. Especialmente fue por lo segundo.
Rio, pasando esta vez su brazo por los hombros de Nabi y dándole una sonora palmada en el pecho.
—Ni caso, Sora. ¡Ya sabes lo bromista que es este tío! —exclamó, con una risita nerviosa, propinando a Nabi otra palmada en el pecho. «Maldito hijo de la gran… ¿¡Cómo se le ocurre decir esas cosas frente a él!?»
Pero la suerte quiso sonreírle en aquel momento, pues justo en aquel instante apareció Hanako. Aquel tío siempre le había dado algo de mal rollo. Siempre tan solitario, tan callado. De hecho, hubiese apostado mil ryōs a que no acudiría a la fiesta, y Datsue no apostaba por apostar.
Fue entonces cuando algo de lo más surrealista sucedió: Hanako soltó una broma. A Datsue casi le explota el cerebro. Aquello era como ver a un kusareño ganando un combate.
—¿Qué dices, tío? ¿Cómo iba a…?
—Es cierto, olía que echaba para atrás —agregó Plum, componiendo una mueca asqueada.
Datsue pasó la mirada de uno a otro, primero reticente, como si creyese que estaba siendo objeto de alguna broma, pero luego dudoso… Sus ojos fueron parar finalmente a Stuffy. Aquel perro… realmente se la tenía jurada por lo de la otra vez.
—¡Stuffy! —rugió, señalándole con un dedo, acusador—. ¡No me digas que has sido tú por lo de la otra vez! ¡Nabi! —giró la cabeza como un rayo—. ¡¿Dejaste que se mease en mi felpudo, tío?!
«Shukaku…» El monstruo que llevaba en su interior era el responsable de su actual piel pálida. Haberse pasado medio verano encerrado en el Valle de los Dojos tampoco había ayudado, claro. Apenas había tenido tiempo de tocar las blancas arenas de Uzu y ponerse al sol. Eso, sumado a que ahora casi no podía dormir, daban su actual resultado.
Pero no quería aburrirla ni preocuparla con todo aquello.
—Por cierto… —añadió, en susurros, mientras Nabi corría hasta ellos—. Recuérdame luego que te pida consejo sobre algo.
Le guiñó un ojo, y no volvió a mencionar el tema. Las bromas con Nabi fueron sucediéndose, mientras Stuffy, claramente rencoroso, se iba directo hacia Eri, pasando olímpicamente de Datsue. Todavía debía tenerle guardada al Uchiha que éste se hubiese olvidado de su existencia, cuando hizo aquel desafortunado comentario en su apartamento. «Ay, Stuffy, Stuffy… El resentimiento no lleva a ningún lado, amigo mío»
Entremedias, Katsumi había pasado por allí. Koko había salido, quizá algo impaciente porque entrasen de una vez. Plum también había llegado, quien devolvió la sonrisa a Eri y la saludó de forma enérgica, con un gran apretón de manos y dándole un par de palmadas en el hombro. Con Datsue no fue tan efusiva, aunque también pareció alegrarse de volver a verle. Con Nabi… A Nabi le dedicó una larga mirada, como queriendo analizar si su comentario sobre los bichos era otra de sus bromas para meterse con ella o lo decía sin malicia. Pareció optar por lo segundo.
—Están de puta madre —respondió, con el ceño fruncido—. ¿Y tú? Pensé que la Aldea ya se había deshecho de ti —soltó, en un tono ambiguo, sin dar mucho a entender si estaba bromeando o simplemente decepcionada. Decepcionado porque efectivamente no se hubiesen deshecho de él.
Segundos después, fue el turno de Akimichi Sora en aparecer. Datsue no pudo evitar fijarse en…
—Tio, ¡has engordado! ¡Datsue! Me debes 100 ryos. ¡Te dije que era capaz de engordarse todavía más!
... justamente eso. El Uchiha se puso todavía más pálido. Primero, por lo mal que le estaba dejando quedar Nabi. Segundo, por los cien ryōs que acababa de perder. Especialmente fue por lo segundo.
Rio, pasando esta vez su brazo por los hombros de Nabi y dándole una sonora palmada en el pecho.
—Ni caso, Sora. ¡Ya sabes lo bromista que es este tío! —exclamó, con una risita nerviosa, propinando a Nabi otra palmada en el pecho. «Maldito hijo de la gran… ¿¡Cómo se le ocurre decir esas cosas frente a él!?»
Pero la suerte quiso sonreírle en aquel momento, pues justo en aquel instante apareció Hanako. Aquel tío siempre le había dado algo de mal rollo. Siempre tan solitario, tan callado. De hecho, hubiese apostado mil ryōs a que no acudiría a la fiesta, y Datsue no apostaba por apostar.
Fue entonces cuando algo de lo más surrealista sucedió: Hanako soltó una broma. A Datsue casi le explota el cerebro. Aquello era como ver a un kusareño ganando un combate.
—¿Qué dices, tío? ¿Cómo iba a…?
—Es cierto, olía que echaba para atrás —agregó Plum, componiendo una mueca asqueada.
Datsue pasó la mirada de uno a otro, primero reticente, como si creyese que estaba siendo objeto de alguna broma, pero luego dudoso… Sus ojos fueron parar finalmente a Stuffy. Aquel perro… realmente se la tenía jurada por lo de la otra vez.
—¡Stuffy! —rugió, señalándole con un dedo, acusador—. ¡No me digas que has sido tú por lo de la otra vez! ¡Nabi! —giró la cabeza como un rayo—. ¡¿Dejaste que se mease en mi felpudo, tío?!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado