18/11/2017, 16:20
(Última modificación: 18/11/2017, 17:37 por Aotsuki Ayame.)
—¿Le ha dejado a alguien su llave Mirogata-san? Tiene marcas de haber sido copiada recientemente ¿tal vez alguien se la cogió en algún momento de despiste, alguno de sus compañeros de cocina? Y otra pregunta ¿Quién es Tokaro-sama? ¿Es algún mote del señor Riya Yogaru?
El souschef le miró confundido, y meditabundo; tornó el rostro hacia la llave. La cogió e intentó ver lo que decía Reiji en función de las hendiduras de la llave, pero quizás su vista no era lo suficientemente aguda como para pillarlo. Torcio el gesto tratando de hacer memoria, pero lo único que pudo hacer fue negar con la cabeza. Negar, y negar, porque aquella llave siempre había estado consigo. ¿O no?
O...
¡Pák, Pák, Pak!
El retumbe de las puertas exteriores le hizo vacilar. Alguien llamaba afuera, y Reiji creía que se trataba de cuervo.
—¿Puede ir a ver quién es y abrirle? Espero que sea mi cuervo de una maldita vez… mientras tanto, conteste a mis preguntas Mirogata-san, por favor.
Yogaru le miró con cara de pocos amigos, y comenzó a andar hacia el exterior. No sin antes soltar un par de perjuras, porque aquella situación le iba a volver loco. Más de lo que ya estaba.
—Joven Reiji, la verdad es que... no. No sé, siempre la llevo encima. Y cuando no, es en casa, ¿pero quién ha podido entrar ahí expresamente a robar- —Reiji lo vio, vio como los ojos de Mirogata se inflaban como globos de helio. Vio el cómo la realización le invadió, pues algo había recordado.
Entonces miró a los ojos del Karasukage, y Mirogata fue un libro abierto.
—No, no pudo haber sido ella. No...