20/11/2017, 23:52
Los genin pudieron avistar conforme avanzaban hacia la salida de la aldea que una barcaza se disponía en la orilla, sobre ella había un hombre que sin duda alguna era su barquero. Con el remo en la mano, les hizo un gesto para que se acercasen, como si ya estuviese esperando o simplemente buscase nuevos clientes. Lo que era obvio es que no lo descubrirían a menos que fuesen.
El tipo estaba ataviado con una gabardina de cuero que tenía sobre ella un chubasquero, lo cuál hacía su presencia algo tétrica y apenas daba para ver su rostro. Pero, si se acercaban lo suficiente verían que se trataba de un anciano de rostro destartalado, con apenas dos dientes y los ojos rasgados hasta un límite en que apenas podía saberse si los tenía abiertos o no.
—Jovencitos, jovencitos... vengan. —insistió —Yo les llevaré hasta la otra orilla, las monturas esperan al otro lado, vengan.
Y, evidentemente —en la lejanía— donde la orilla daba comienzo, se veía que había unas grandes siluetas. Seguramente se trataba de dos o tres caballos, pero la distancia tampoco daba para ver con detalle de qué se trataba.
¿Confiarían en el barquero?
El tipo estaba ataviado con una gabardina de cuero que tenía sobre ella un chubasquero, lo cuál hacía su presencia algo tétrica y apenas daba para ver su rostro. Pero, si se acercaban lo suficiente verían que se trataba de un anciano de rostro destartalado, con apenas dos dientes y los ojos rasgados hasta un límite en que apenas podía saberse si los tenía abiertos o no.
—Jovencitos, jovencitos... vengan. —insistió —Yo les llevaré hasta la otra orilla, las monturas esperan al otro lado, vengan.
Y, evidentemente —en la lejanía— donde la orilla daba comienzo, se veía que había unas grandes siluetas. Seguramente se trataba de dos o tres caballos, pero la distancia tampoco daba para ver con detalle de qué se trataba.
¿Confiarían en el barquero?