21/11/2017, 23:25
El tipo se partió la caja frente a ellos, literalmente las lágrimas le nublaban la vista, no podía contener la risa ante los comentarios de los genin. Éstos realmente no lo entendían, la pelirroja quedó con una mueca que claramente reflejaba su asombro ante tal reacción. Sin embargo, no se hizo de esperar una respuesta para tal reacción. El hombre explicó que no había motivo para ponerse tan dramáticos, que los caballos habían sido llevados por algún empleado del hotel a las cuadras. La chica ladeó la cabeza, aún mas extrañada.
«¿Éste sitio tiene sus propias cuadras?»
La verdad, era algo que realmente llamaba su atención, para nada lo hubiese imaginado. Llevó la mirada hacia el edificio, y por mas que observó no logró ver rastro alguno de ella. O bien el hombre se equivocaba, o simplemente no estaban a la vista. Raro sería que éste les mintiese, ¿no?
«¿Estarán en la parte de atrás...?»
El hombre inquirió que se diesen prisa, y montó rápidamente en su bichejo. Si, aún no le terminaban de agradar... eran unos animales a los que ella no estaba para nada acostumbrada. Tan pronto como se fue, el empleado que aguardaba aún con sus monturas inquirió que se diesen prisa, sí el también.
—Si, si... ya vamos. —anunció la chica, caminando directamente hacia una de las monturas.
»Bichito, pórtate bien y no des mucho por saco, ¿vale? —susurró la pelirroja a su animal, mientras acariciaba su extraño y corto pelaje. Por suerte o desgracia, normalmente solía caer bien a los animales, lo difícil sería acostumbrarse a montar a esa bestia sacada del corazón del desierto.
Sin demora, la chica se fue desplazando hacia el lateral del animal, y tras asegurarse de cómo debía hacerlo, se impulsó para domar a la bestia de dos jorobas. Directa y rauda, tomaría las riendas del animal, en pos de encaminarse junto a la cabeza del convoy.
—Sigo prefiriendo un buen caballo a ésta cosa... —comentaría a Datsue.
«¿Éste sitio tiene sus propias cuadras?»
La verdad, era algo que realmente llamaba su atención, para nada lo hubiese imaginado. Llevó la mirada hacia el edificio, y por mas que observó no logró ver rastro alguno de ella. O bien el hombre se equivocaba, o simplemente no estaban a la vista. Raro sería que éste les mintiese, ¿no?
«¿Estarán en la parte de atrás...?»
El hombre inquirió que se diesen prisa, y montó rápidamente en su bichejo. Si, aún no le terminaban de agradar... eran unos animales a los que ella no estaba para nada acostumbrada. Tan pronto como se fue, el empleado que aguardaba aún con sus monturas inquirió que se diesen prisa, sí el también.
—Si, si... ya vamos. —anunció la chica, caminando directamente hacia una de las monturas.
»Bichito, pórtate bien y no des mucho por saco, ¿vale? —susurró la pelirroja a su animal, mientras acariciaba su extraño y corto pelaje. Por suerte o desgracia, normalmente solía caer bien a los animales, lo difícil sería acostumbrarse a montar a esa bestia sacada del corazón del desierto.
Sin demora, la chica se fue desplazando hacia el lateral del animal, y tras asegurarse de cómo debía hacerlo, se impulsó para domar a la bestia de dos jorobas. Directa y rauda, tomaría las riendas del animal, en pos de encaminarse junto a la cabeza del convoy.
—Sigo prefiriendo un buen caballo a ésta cosa... —comentaría a Datsue.