Al igual que la pelirroja, Datsue no tomó a la ligera el montarse en el animal. No obstante, tampoco era extraño, eras animales que jamás habían montado... y al igual que cualquier tipo de corcel, una mala pata podría costarles un buen susto. Éste lo acarició, y también le dijo algo, tras lo cuál palpó el terreno y terminó por auparse. Sendos shinobis a lomos —o jorobas— del animal, comenzaron a tratarlo y poco a poco le fueron pillando el truco. Éstos camellos era realmente tranquilos, pero parecían tercos como mulas.
Aiko le dejó caer al Uchiha que prefería aún los caballos, puesto que eran mas fiables. Realmente era una mala apuesta para esas tierras, pero bien era cierto que no terminaba de gustarle, más no podía hacer. La respuesta de Datsue fue de lo mas extraña, alegando que no le dio esa misma impresión ayer noche. No tardó en sacarle la lengua, en una mueca de burla.
La chica no pudo ocultar tampoco un claro reflejo de duda, no comprendía del todo a qué se refería.
«¿Anoche...? Si tan solo bebí un poco y... oh... ya veo...»
Su rápida reflexión hizo que cayese en cuenta.
«¿Celoso? ¿Por qué...?»
Era un poco extraño, después de todo, él era quien presumía de haber conquistado hermoso valles y épicas montañas. Y no, no eran precisamente datos geográficos. No podía echarle eso en cara, pero que lo hubiese hecho solo podía significar que algo —aunque fuese algo minúsculo— sentía por ella.
—El caballo que tenía a mano ya tenía otra yegua que le acompañase. —dijo con mesura, elevando la cabeza y marchando un poco mas rápido.
Al avanzar, pudo ver que en el carruaje donde se había metido el obrero, se resguardaba también el tipo de la cicatriz que había estado hacía poco con el jefe de seguridad. Al pasar por su lado, les dedicó un guiño de lo mas extraño. Un gesto que ni venía a cuento, y que además en muchas epopeyas terminaba con una atroz catástrofe.
«Mierda... nos ha guiñado el ojo un tuerto... eso era mala suerte, ¿no?»
Sin embargo, no se detuvo, ni el Uchiha. Ambos prosiguieron hasta posicionarse en la cabeza del convoy, que ya había comenzado a movilizarse. Datsue preguntó sin pudor cuanto tardarían en llegar hasta el lugar, a lo que fue respondido con rapidez. Casi un día completo de viaje, con dos paradas, si es que todo marchaba según lo previsto.
La chica aprovechó para convertir los papeles que conformaban su cuerpo —su cabeza concretamente— en una capucha del mismo tono que su camisola. Ésto la ayudaría a prevenir el efecto del sol, al menos en parte. Eso si, la creó algo holgada, en pos de que no molestase demasiado a su visión.
Roshi y Banadoru entre tanto hablaban sobre lo emocionado que estaban de cumplir con ésta expedición.
Aiko le dejó caer al Uchiha que prefería aún los caballos, puesto que eran mas fiables. Realmente era una mala apuesta para esas tierras, pero bien era cierto que no terminaba de gustarle, más no podía hacer. La respuesta de Datsue fue de lo mas extraña, alegando que no le dio esa misma impresión ayer noche. No tardó en sacarle la lengua, en una mueca de burla.
La chica no pudo ocultar tampoco un claro reflejo de duda, no comprendía del todo a qué se refería.
«¿Anoche...? Si tan solo bebí un poco y... oh... ya veo...»
Su rápida reflexión hizo que cayese en cuenta.
«¿Celoso? ¿Por qué...?»
Era un poco extraño, después de todo, él era quien presumía de haber conquistado hermoso valles y épicas montañas. Y no, no eran precisamente datos geográficos. No podía echarle eso en cara, pero que lo hubiese hecho solo podía significar que algo —aunque fuese algo minúsculo— sentía por ella.
—El caballo que tenía a mano ya tenía otra yegua que le acompañase. —dijo con mesura, elevando la cabeza y marchando un poco mas rápido.
Al avanzar, pudo ver que en el carruaje donde se había metido el obrero, se resguardaba también el tipo de la cicatriz que había estado hacía poco con el jefe de seguridad. Al pasar por su lado, les dedicó un guiño de lo mas extraño. Un gesto que ni venía a cuento, y que además en muchas epopeyas terminaba con una atroz catástrofe.
«Mierda... nos ha guiñado el ojo un tuerto... eso era mala suerte, ¿no?»
Sin embargo, no se detuvo, ni el Uchiha. Ambos prosiguieron hasta posicionarse en la cabeza del convoy, que ya había comenzado a movilizarse. Datsue preguntó sin pudor cuanto tardarían en llegar hasta el lugar, a lo que fue respondido con rapidez. Casi un día completo de viaje, con dos paradas, si es que todo marchaba según lo previsto.
La chica aprovechó para convertir los papeles que conformaban su cuerpo —su cabeza concretamente— en una capucha del mismo tono que su camisola. Ésto la ayudaría a prevenir el efecto del sol, al menos en parte. Eso si, la creó algo holgada, en pos de que no molestase demasiado a su visión.
Roshi y Banadoru entre tanto hablaban sobre lo emocionado que estaban de cumplir con ésta expedición.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)