26/11/2017, 19:41
—¿Y qué más da? La cuestión es que sé que no está aquí y no puede ayudarnos. ¿Estamos a lo que estamos, o no?
—Estamos, estamos —respondió Datsue, tratando de apaciguar los ánimos. «Joder, qué arisco. ¿Problemas en el paraíso?» Con el carácter que tenía Koko, al Uchiha le sorprendía que no los hubiesen tenido antes. O quizá simplemente estaba de mal humor por el insomnio. A saber. Lo último que quería ahora era desviarse de su propósito: saldar la deuda de la Marca del Hierro. Ya tendría tiempo para cotillear más tarde.
Alcanzaron su objetivo poco después, donde ya se aglomeraba una cantidad importante de gente. «Joder, pues sí que tiene éxito el burdel este». Fue entonces cuando Akame sugirió cambiar de apariencia por seguridad, dirigiéndose a un callejón discreto.
—Como aquella vez en el muerto vivo, ¿eh? —comentó, aunque en aquella ocasión solo habían cambiado de ropajes—. De hecho, iba a proponerlo también —añadió, mientras Akame realizaba los conocidos sellos del Henge no jutsu—. Tenemos edad suficiente para matar, pero eh, ni se te ocurra beber alcohol o entrar a un burdel, que eres muy joven. Pff… —resopló, y escupió a un lado—, puta sociedad, macho.
Más a gusto tras despotricar un rato sobre la moral de Oonindo, realizó él también los sellos del Henge, transformándose en un hombre de metro ochenta, ojos azules y mandíbula cuadrada. De peinado, su característico moño en la cabeza y trenzas laterales, aunque esta vez rubio. No era un peinado que se solía ver por Oonindo —de hecho, Datsue no lo había visto nunca en ningún hombre—, y esperaba que, si Shinjaka lo veía, pudiese reconocerle. De prendas: un kimono blanco con ribetes dorados; un anillo de oro con un rubí incrustado en el dedo corazón; y un pendiente de diamante en su lóbulo derecho.
—Oye, quizá haya que interrogar a… profesionales del sexo, ya me entiendes. No te me pongas melancólico y te me acuerdes de Koko, ¿eh? Estamos a lo que estamos —dijo, repitiendo las palabras de su compadre—, y si hay que profundizar en el interrogatorio, pues se profundiza y punto, como buenos profesionales que somos.
Aclarado aquel punto, Datsue abandonó el callejón para dirigirse a la enorme cola que ya se había formado en la entrada del Molino Rojo. «La madre que me parió… Espero que no haya límite de entradas o algo por el estilo», pensó, mientras echaba una ojeada a ver si reconocía a Shinjaka entre tantos rostros.
—Estamos, estamos —respondió Datsue, tratando de apaciguar los ánimos. «Joder, qué arisco. ¿Problemas en el paraíso?» Con el carácter que tenía Koko, al Uchiha le sorprendía que no los hubiesen tenido antes. O quizá simplemente estaba de mal humor por el insomnio. A saber. Lo último que quería ahora era desviarse de su propósito: saldar la deuda de la Marca del Hierro. Ya tendría tiempo para cotillear más tarde.
Alcanzaron su objetivo poco después, donde ya se aglomeraba una cantidad importante de gente. «Joder, pues sí que tiene éxito el burdel este». Fue entonces cuando Akame sugirió cambiar de apariencia por seguridad, dirigiéndose a un callejón discreto.
—Como aquella vez en el muerto vivo, ¿eh? —comentó, aunque en aquella ocasión solo habían cambiado de ropajes—. De hecho, iba a proponerlo también —añadió, mientras Akame realizaba los conocidos sellos del Henge no jutsu—. Tenemos edad suficiente para matar, pero eh, ni se te ocurra beber alcohol o entrar a un burdel, que eres muy joven. Pff… —resopló, y escupió a un lado—, puta sociedad, macho.
Más a gusto tras despotricar un rato sobre la moral de Oonindo, realizó él también los sellos del Henge, transformándose en un hombre de metro ochenta, ojos azules y mandíbula cuadrada. De peinado, su característico moño en la cabeza y trenzas laterales, aunque esta vez rubio. No era un peinado que se solía ver por Oonindo —de hecho, Datsue no lo había visto nunca en ningún hombre—, y esperaba que, si Shinjaka lo veía, pudiese reconocerle. De prendas: un kimono blanco con ribetes dorados; un anillo de oro con un rubí incrustado en el dedo corazón; y un pendiente de diamante en su lóbulo derecho.
—Oye, quizá haya que interrogar a… profesionales del sexo, ya me entiendes. No te me pongas melancólico y te me acuerdes de Koko, ¿eh? Estamos a lo que estamos —dijo, repitiendo las palabras de su compadre—, y si hay que profundizar en el interrogatorio, pues se profundiza y punto, como buenos profesionales que somos.
Aclarado aquel punto, Datsue abandonó el callejón para dirigirse a la enorme cola que ya se había formado en la entrada del Molino Rojo. «La madre que me parió… Espero que no haya límite de entradas o algo por el estilo», pensó, mientras echaba una ojeada a ver si reconocía a Shinjaka entre tantos rostros.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado