28/11/2017, 18:28
La chica pensó que al fin podía librarse de dar una respuesta mas seria, ya casi tenía sus ojos en el perímetro, pero de nuevo el chico no pudo cesar en insistir. Adoptó rápidamente su misma posición —de rodillas— y la tomó de la cintura. Sus ojos tornaron rojizos de nuevo, a la par que preguntaba si tan solo sentía eso. Tras ello, admitió que no la informó de nuevo sobre la habilidad que éstos tenían. Según dijo, era capaz de ver claramente cuando alguien mentía o decía la verdad. Ésto la sentenciaba a tener que decir una verdad clara, dado que sabría si le mentía. Pero, sin esperar respuesta alguna, él afirmó que sabía que no era tan solo un poco lo que él le gustaba, afirmaba que era más.
«¿Sus ojos pueden ver las mentiras...?»
Ahora mismo, sus sentidos tan solo le hacían referencias a ese dato, curiosamente. Tenía al chico agarrándola de la cintura, y su rostro enfrentado al suyo. Sin embargo, ella no estaba nerviosa, era algo que no solía sacarla de su papel. Poco a poco, el chico acercó su rostro al de ella, buscando lo que parecía inevitable. La chica sonrió por un instante, antes de que sucediese nada.
Conservó uno de sus derechos, el de guardar silencio. Pero, su mirada daba claro aviso de lo que podía suceder. Podía evitar el beso de mil y una maneras, y de hecho ya lo había hecho en alguna ocasión —aunque no lo recordase— dejando al chico roto.
Sin embargo, le dejó seguir. Cuanto mas acercaba su rostro al suyo, mas quería ella saber cuan apasionado era su motivo. Algo había de moverlo, algún motivo había de tener para querer seguirla hasta el fin del mundo. ¿Estaría enamorado de ella? Sin mas, sus labios se juntaron en un beso. Éste fue breve, pero intenso. Fugaz, cual fiesta de cumpleaños en un cementerio, el chico despegó sus labios de los de la chica.
«¿Sólo eso?»
No esperó lo que se avecinaba. Éste, audaz como un zorro en nochebuena, le propinó un mordisco en su labio inferior. Sin saña, pero tampoco suave. Justo como a ella le gustaba hacerlo...
La diablesa comenzó a quebrar por todo el cuerpo, incluyendo el rostro. Apenas unos segundos tras el mordisco, la chica se deshizo en un centenar de mariposas blancas, hechas de puro papel. Las figuras de origami volaron fugazmente tras el chico, y volvieron a crear la esbelta figura de la kunoichi. Aunque ella fuese mas fogosa que un volcán, no quería dejar mala imagen.
—Terminaremos esa conversación en otro momento... —habló al fin. —No es el momento ni el lugar apropiado...
Dejó caer un suspiro, y caminó hacia su frente —el lado contrario a Datsue— en pos de alejarse de el chico. Después de todo, cuanto mas le calentase o jugase con él, peor sería para ella que tenía el primer turno de guardia. Sin mas, alzó un tanto la mano, y evitó el contacto visual. No por nada, si no porque no quería que viese que estaba tan sonrojada que no podía ni ocultarlo.
«¿Sus ojos pueden ver las mentiras...?»
Ahora mismo, sus sentidos tan solo le hacían referencias a ese dato, curiosamente. Tenía al chico agarrándola de la cintura, y su rostro enfrentado al suyo. Sin embargo, ella no estaba nerviosa, era algo que no solía sacarla de su papel. Poco a poco, el chico acercó su rostro al de ella, buscando lo que parecía inevitable. La chica sonrió por un instante, antes de que sucediese nada.
Conservó uno de sus derechos, el de guardar silencio. Pero, su mirada daba claro aviso de lo que podía suceder. Podía evitar el beso de mil y una maneras, y de hecho ya lo había hecho en alguna ocasión —aunque no lo recordase— dejando al chico roto.
Sin embargo, le dejó seguir. Cuanto mas acercaba su rostro al suyo, mas quería ella saber cuan apasionado era su motivo. Algo había de moverlo, algún motivo había de tener para querer seguirla hasta el fin del mundo. ¿Estaría enamorado de ella? Sin mas, sus labios se juntaron en un beso. Éste fue breve, pero intenso. Fugaz, cual fiesta de cumpleaños en un cementerio, el chico despegó sus labios de los de la chica.
«¿Sólo eso?»
No esperó lo que se avecinaba. Éste, audaz como un zorro en nochebuena, le propinó un mordisco en su labio inferior. Sin saña, pero tampoco suave. Justo como a ella le gustaba hacerlo...
La diablesa comenzó a quebrar por todo el cuerpo, incluyendo el rostro. Apenas unos segundos tras el mordisco, la chica se deshizo en un centenar de mariposas blancas, hechas de puro papel. Las figuras de origami volaron fugazmente tras el chico, y volvieron a crear la esbelta figura de la kunoichi. Aunque ella fuese mas fogosa que un volcán, no quería dejar mala imagen.
—Terminaremos esa conversación en otro momento... —habló al fin. —No es el momento ni el lugar apropiado...
Dejó caer un suspiro, y caminó hacia su frente —el lado contrario a Datsue— en pos de alejarse de el chico. Después de todo, cuanto mas le calentase o jugase con él, peor sería para ella que tenía el primer turno de guardia. Sin mas, alzó un tanto la mano, y evitó el contacto visual. No por nada, si no porque no quería que viese que estaba tan sonrojada que no podía ni ocultarlo.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)