30/11/2017, 14:38
«Menos mal», pensó Datsue, cuando Aiko le comentó que todo había estado tranquilo y en calma. Lo último que le apetecía ahora era tener que estar preocupado por una posible emboscada.
Pero Aiko no pensaba dejarle descansar… aunque no de la forma que a él hubiese gustado. Le atacó con una pregunta, simple pero directa, mientras clavaba sus orbes negros como una noche sin luna en los suyos. Datsue descubrió que era mucho más difícil mentir cuando te miraban a los ojos a tan poca distancia…
… y por eso desvío la mirada.
—Fue horrible, Aiko… Los quemaban… Los cortaban en pedacitos… Los calcinaban hasta quedar reducidos a simples cenizas… —A Datsue parecía que se le iba a quebrar la voz—. No hacían distinción entre grandes y pequeños. Arrasaban con todos por igual. —Volvió a mirarla a los ojos—. Billetes de quinientos ryōs, de cien, de cincuenta… Unos bárbaros sin piedad, Aiko. ¡Nunca vi semejante crueldad! —susurró con fuerza. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué segundos atrás estaba matándola? No podía. Luego, rio nasalmente—. Prometo contarte la verdad algún día… —agregó, sabiendo que semejante trola no colaría—. Pero ahora… no es el momento ni el lugar apropiado —susurró, repitiendo las palabras de la kunoichi.
»Oye, estás congelada —murmuró. Sentía las manos gélidas de ella en su cuello. Deslizó una mano por la cremallera del saco de dormir y lo abrió—. Ven, entra en calor.
Sí, se estaba haciendo el remolón. Pegarse media noche levantado bajo aquel frío invernal no era algo que, precisamente, le llamase.
Pero Aiko no pensaba dejarle descansar… aunque no de la forma que a él hubiese gustado. Le atacó con una pregunta, simple pero directa, mientras clavaba sus orbes negros como una noche sin luna en los suyos. Datsue descubrió que era mucho más difícil mentir cuando te miraban a los ojos a tan poca distancia…
… y por eso desvío la mirada.
—Fue horrible, Aiko… Los quemaban… Los cortaban en pedacitos… Los calcinaban hasta quedar reducidos a simples cenizas… —A Datsue parecía que se le iba a quebrar la voz—. No hacían distinción entre grandes y pequeños. Arrasaban con todos por igual. —Volvió a mirarla a los ojos—. Billetes de quinientos ryōs, de cien, de cincuenta… Unos bárbaros sin piedad, Aiko. ¡Nunca vi semejante crueldad! —susurró con fuerza. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué segundos atrás estaba matándola? No podía. Luego, rio nasalmente—. Prometo contarte la verdad algún día… —agregó, sabiendo que semejante trola no colaría—. Pero ahora… no es el momento ni el lugar apropiado —susurró, repitiendo las palabras de la kunoichi.
»Oye, estás congelada —murmuró. Sentía las manos gélidas de ella en su cuello. Deslizó una mano por la cremallera del saco de dormir y lo abrió—. Ven, entra en calor.
Sí, se estaba haciendo el remolón. Pegarse media noche levantado bajo aquel frío invernal no era algo que, precisamente, le llamase.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado