1/12/2017, 19:09
(Última modificación: 1/12/2017, 19:12 por Uchiha Datsue.)
La kunoichi aceptó su invitación entre quejas. Unas quejas muy características. Eran como las que él hacía de pequeño, cuando todavía vivía en la Ribera del Norte, y una vecina suya, muy anciana, le ofrecía las primeras ciruelas verdes de la temporada de su árbol. Él sabía que no debía aceptar, su madre se lo había repetido en contadas ocasiones, pues la anciana era muy pobre y le venían bien para ella. Por eso protestaba. Cuando se lo ofrecía por segunda vez, seguía quejándose con la boca pequeña y con las ciruelas en la mano. Y, cuando ya de camino a casa, se quitaba un pequeño trozo de piel de la fruta que se le había quedado entre los dientes, aún farfullaba por tercera vez.
Justamente ese tipo de quejas eran las de Aiko.
No obstante, el Uchiha poco pudo disfrutar de su compañía. La kunoichi era casi tan profesional —casi, porque nadie podía serlo tanto— como Akame, y aseguró terminar de hacer ella la guardia. Datsue suspiró. ¿Qué tipo de imagen le estaba dando? La de un crío que no era ni capaz de interrumpir su sueño para cumplir con su deber. Era patético.
—No —dijo, envalentonado por el fugaz beso que le había propinado Aiko—. La termino yo. No te preocupes —dijo, guiñándole un ojo, mientras se escurría saco arriba.
Nada más salir afuera, se arrepintió. No es que notase el frío, es que le causó la misma conmoción que si le hubiesen tirado un cubo de agua congelada mientras dormía. A punto estuvo de cometer el error garrafal de dar media vuelta y replanteárselo, pero eso solo haría que Aiko tuviese una peor imagen de él. «Me cago en la puta… Lo que se hace para gustarle a una chica…»
Se calzó las sandalias y se envolvió con la capa de viaje, sin quitarse el gorro de lana que se había puesto para dormir. Seguidamente, empezó a recorrer el campamento mientras arrastraba los pies.
Pronto descubrió que no era difícil mantenerse despierto. No con aquel frío. Lo complicado era matar las horas muertas. El tiempo parecía haberse ralentizado, como aquellas veces en clase cuando el profesor daba una asignatura de lo más aburrida. Al final, claro, el Uchiha tuvo que buscarse…
… entretenimiento.
Con la travesura realizada, volvió dando saltitos de puntillas, mientras se tapaba la boca con las manos para contener la risa. ¿Que qué había hecho? No lo primero que hubiese querido. Datsue había pensado en, con algo de tinta y pluma, dibujar un pene en la mejilla de Jonaro, que justo terminase en la comisura de sus labios. Una chiquillada. Una niñería, le decían. Pero anda que no se reían en la Academia cuando la víctima hablaba sin darse cuenta de lo que tenía en la cara. ¿Por qué no se lo hizo, entonces? Porque Datsue sabía muy bien a quién podía hacerle una broma y a quién no, y Jonaro no era uno de ellos.
Por eso, cambió de táctica, y eligió al bueno de Banadoru como el objeto de su broma. Se dio cuenta entonces de que entrar a su tienda era demasiado arriesgado, y cambió de estrategia, dejando caer inconscientemente un makibishi del paquete que tenía en el portaobjetos. Justo, casualmente, en la entrada de la tienda. Pese a que solo era un makibishi, aquellas púas hacían un daño terrible, y más si no te las veías venir...
Tuvo que llevarse otra vez las manos a la boca, conteniendo a duras penas las carcajadas que afloraban en su garganta. Para disimular, fue a sentarse junto a la hoguera, algo alejado de allí, mientras contaba los segundos que faltaban para que el sol asomase en el horizonte y el campamento se pusiese en pie.
Justamente ese tipo de quejas eran las de Aiko.
No obstante, el Uchiha poco pudo disfrutar de su compañía. La kunoichi era casi tan profesional —casi, porque nadie podía serlo tanto— como Akame, y aseguró terminar de hacer ella la guardia. Datsue suspiró. ¿Qué tipo de imagen le estaba dando? La de un crío que no era ni capaz de interrumpir su sueño para cumplir con su deber. Era patético.
—No —dijo, envalentonado por el fugaz beso que le había propinado Aiko—. La termino yo. No te preocupes —dijo, guiñándole un ojo, mientras se escurría saco arriba.
Nada más salir afuera, se arrepintió. No es que notase el frío, es que le causó la misma conmoción que si le hubiesen tirado un cubo de agua congelada mientras dormía. A punto estuvo de cometer el error garrafal de dar media vuelta y replanteárselo, pero eso solo haría que Aiko tuviese una peor imagen de él. «Me cago en la puta… Lo que se hace para gustarle a una chica…»
Se calzó las sandalias y se envolvió con la capa de viaje, sin quitarse el gorro de lana que se había puesto para dormir. Seguidamente, empezó a recorrer el campamento mientras arrastraba los pies.
Pronto descubrió que no era difícil mantenerse despierto. No con aquel frío. Lo complicado era matar las horas muertas. El tiempo parecía haberse ralentizado, como aquellas veces en clase cuando el profesor daba una asignatura de lo más aburrida. Al final, claro, el Uchiha tuvo que buscarse…
… entretenimiento.
Con la travesura realizada, volvió dando saltitos de puntillas, mientras se tapaba la boca con las manos para contener la risa. ¿Que qué había hecho? No lo primero que hubiese querido. Datsue había pensado en, con algo de tinta y pluma, dibujar un pene en la mejilla de Jonaro, que justo terminase en la comisura de sus labios. Una chiquillada. Una niñería, le decían. Pero anda que no se reían en la Academia cuando la víctima hablaba sin darse cuenta de lo que tenía en la cara. ¿Por qué no se lo hizo, entonces? Porque Datsue sabía muy bien a quién podía hacerle una broma y a quién no, y Jonaro no era uno de ellos.
Por eso, cambió de táctica, y eligió al bueno de Banadoru como el objeto de su broma. Se dio cuenta entonces de que entrar a su tienda era demasiado arriesgado, y cambió de estrategia, dejando caer inconscientemente un makibishi del paquete que tenía en el portaobjetos. Justo, casualmente, en la entrada de la tienda. Pese a que solo era un makibishi, aquellas púas hacían un daño terrible, y más si no te las veías venir...
Tuvo que llevarse otra vez las manos a la boca, conteniendo a duras penas las carcajadas que afloraban en su garganta. Para disimular, fue a sentarse junto a la hoguera, algo alejado de allí, mientras contaba los segundos que faltaban para que el sol asomase en el horizonte y el campamento se pusiese en pie.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado