2/12/2017, 20:56
—Sabes que me vengaré de esto, ¿verdad?
Los ojos rojos de Datsue no eran extraños para mi, aunque era una de las pocas veces que me miraba a mi con ellos, y joder, que mal rollo. Él era una de las pocas personas que podía ponerme los pelos de punta solo con sus palabras y una mirada, por lo menos en nuestra generación. Sin embargo, conocía bien a ese Uchiha, si no tenía que ver con dinero tampoco sería algo a vida o muerte. Aún así, hasta Stuffy sintió las malas vibraciones que desprendía Datsue y se rezagó para acercarse a mi, seguramente temiéndose lo peor.
Cuanto tiempo, desde que sentí un escalofrío, cuanto tiempo, desde que me hirvió la sangre de esa manera. El animal dentro de mi se removió y con la mirada aún clavada en él, incliné levemente el rostro hacia atrás, aceptando inconscientemente el reto.
— Cuando quieras.
Veía sus ganas de lanzarse a por mi y deseaba que lo hiciera, y eso me perturbó. Tal vez Eri tenía razón y me había asalvajado más de la cuenta con aquel viaje. El tono sonaba agresivo y serio como nunca había salido algo de mi voz, algo en el carmesí de sus ojos excitaba lo carmesí de mi sangre. Por suerte, él mismo decidió dejar pasar el asunto y yo no iba a insistir.
El perro estaba interpuesto entre él y yo, intentando disuadirme de algo que ni siquiera yo sabía qué era. Suspiré y me rasqué la parte de atrás del cuello, despreocupandome y despreocupandole en el proceso. El truhán de Datsue se había ocupado de unirse a la marcha hacia el interior de la mansión llevandose a Sora y Hanako en el proceso, claramente en un intento por aislarme socialmente y que llorase. Pero lo que él no sabía es que podría quitarme a mis amigos pero jamás minar mi estupidez, digo, mi voluntad.
Stuffy y yo les seguimos a una distancia prudente para que no pudiesen oír muy bien las tonterías que decíamos, bueno, que decía, porque el can solo decidía mirar las cosas que yo le señalaba y soltaba un ladrido en respuesta. Siempre el mismo ladrido indiferentemente de mi comentario al respecto.
Hanako, que iba al lado de Datsue, no decía nada ni parecía dispuesto a hacerlo, más bien escuchaba y pensaba, sin llegar a culminar esas acciones con actos. La mayor respuesta que habían obtenido de él había pasado desapercibida por el follón, y había sido una mueca parecida a una sonrisa cuando todo el tema del pis salió a la luz. Pero las miradas le esquivaban más que a mi, lo cual era algo digno de mención, así, mientras el Akimichi contaba su historia, él se mantenía en silencio, escuchando y pensando.
Los ojos rojos de Datsue no eran extraños para mi, aunque era una de las pocas veces que me miraba a mi con ellos, y joder, que mal rollo. Él era una de las pocas personas que podía ponerme los pelos de punta solo con sus palabras y una mirada, por lo menos en nuestra generación. Sin embargo, conocía bien a ese Uchiha, si no tenía que ver con dinero tampoco sería algo a vida o muerte. Aún así, hasta Stuffy sintió las malas vibraciones que desprendía Datsue y se rezagó para acercarse a mi, seguramente temiéndose lo peor.
Cuanto tiempo, desde que sentí un escalofrío, cuanto tiempo, desde que me hirvió la sangre de esa manera. El animal dentro de mi se removió y con la mirada aún clavada en él, incliné levemente el rostro hacia atrás, aceptando inconscientemente el reto.
— Cuando quieras.
Veía sus ganas de lanzarse a por mi y deseaba que lo hiciera, y eso me perturbó. Tal vez Eri tenía razón y me había asalvajado más de la cuenta con aquel viaje. El tono sonaba agresivo y serio como nunca había salido algo de mi voz, algo en el carmesí de sus ojos excitaba lo carmesí de mi sangre. Por suerte, él mismo decidió dejar pasar el asunto y yo no iba a insistir.
El perro estaba interpuesto entre él y yo, intentando disuadirme de algo que ni siquiera yo sabía qué era. Suspiré y me rasqué la parte de atrás del cuello, despreocupandome y despreocupandole en el proceso. El truhán de Datsue se había ocupado de unirse a la marcha hacia el interior de la mansión llevandose a Sora y Hanako en el proceso, claramente en un intento por aislarme socialmente y que llorase. Pero lo que él no sabía es que podría quitarme a mis amigos pero jamás minar mi estupidez, digo, mi voluntad.
Stuffy y yo les seguimos a una distancia prudente para que no pudiesen oír muy bien las tonterías que decíamos, bueno, que decía, porque el can solo decidía mirar las cosas que yo le señalaba y soltaba un ladrido en respuesta. Siempre el mismo ladrido indiferentemente de mi comentario al respecto.
Hanako, que iba al lado de Datsue, no decía nada ni parecía dispuesto a hacerlo, más bien escuchaba y pensaba, sin llegar a culminar esas acciones con actos. La mayor respuesta que habían obtenido de él había pasado desapercibida por el follón, y había sido una mueca parecida a una sonrisa cuando todo el tema del pis salió a la luz. Pero las miradas le esquivaban más que a mi, lo cual era algo digno de mención, así, mientras el Akimichi contaba su historia, él se mantenía en silencio, escuchando y pensando.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)