Pese a que la chica estaba emocionada por ese rápido giro de acontecimientos, la curiosidad le mataba. Por mas que lo había intentado, mandar a sus propias emisarias de papel se hizo totalmente imposible. Quién lo iba a decir, montar sobre ese animal jorobado y realizar ninjutsu a la misma vez —por raro que pareciese— era realmente complicado. Datsue sin embargo no contentó con la respuesta del hombre de libros. Los nervios se habían apoderado de él, hasta llegó a alzar la voz en pos de remediar todo este disparate sobre pezuñas.
«¿Tendrá miedo?»
Sus palabras claramente reflejaban que ni pizca de gracia le hacía tener que verse involucrado en ésto. Una cosa era defender el carromato de bestias y bandidos, y otra bien distinta era hacerlo del ejercito del señor feudal. No era algo a tomar a la ligera, y hasta la kunoichi era consciente de ello... aunque, por otro lado, eso no le suscitaba miedo alguno.
Bien era cierto que ya les habían mentido una vez, y quien miente una vez raramente lo deja pasar, seguro que miente una segunda vez. Era obvio que la situación empeoraba, y Muten Roshi no pareció dispuesto a dejar el asunto sin mas, hasta él mismo alzó la voz exponiendo sus argumentos.
«Éste tipo... ¿estará diciendo la verdad?»
Ni corta ni perezosa, la kunoichi se aprovechó de la situación. Queriéndolo o sin querer, el Uchiha había abierto un claro hueco que sin duda aprovecharía. La chica explotó en un sinfín de papeles, un torrente de mariposas que se expandió en todas direcciones. La mayoría de éstas se reagruparían rápidamente tras el genin, formando nuevamente gran parte de la figura de la pelirroja. Sin demora, y compartiendo la estrecha montura, abrazaría al joven desde la espalda.
—Vamos, Datsue... no te lo tomes tan a lo dramático... —inquirió la chica con voz jocosa —... después de todo, habíamos venido justo para poder visitar las pirámides, es la oportunidad perfecta. Una ocasión así difícilmente se volverá a repetir.
Sus palabras, endulzadas con una gran dosis de realidad, no hacían mas que ocultar su verdadera intención. Sin tener la obligación de domar a la bestia, era completamente libre para manipular unas cuantas mariposas y que cumplieran su objetivo.
¿Cómo fiarse completamente de la palabra de un mentiroso?
No, la confianza es una cosa, y ser tonto o tonta un cosa bien distinta. Por falta de miedo que le tuviese al ejercito del Damyo, no podía permitirse el lujo de ser capturada o vendida al mejor postor, antes debía encontrar solución a su incompleta inmortalidad.
Sin mas, acercó su rostro hacia el flanco del rostro del chico. Al estar a la altura de su oído, susurró tan bajo como pudo, con intención de que nadie mas que Datsue se enterase. —Envié mariposas hacia la tienda, cúbreme.
Tras ello, un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja. No era algo necesario, pero se permitió ese pequeño gran placer.
—Venga, vamos... no seas sosainas. —inquirió, retomando un volumen de voz normalizado.
«¿Tendrá miedo?»
Sus palabras claramente reflejaban que ni pizca de gracia le hacía tener que verse involucrado en ésto. Una cosa era defender el carromato de bestias y bandidos, y otra bien distinta era hacerlo del ejercito del señor feudal. No era algo a tomar a la ligera, y hasta la kunoichi era consciente de ello... aunque, por otro lado, eso no le suscitaba miedo alguno.
Bien era cierto que ya les habían mentido una vez, y quien miente una vez raramente lo deja pasar, seguro que miente una segunda vez. Era obvio que la situación empeoraba, y Muten Roshi no pareció dispuesto a dejar el asunto sin mas, hasta él mismo alzó la voz exponiendo sus argumentos.
«Éste tipo... ¿estará diciendo la verdad?»
Ni corta ni perezosa, la kunoichi se aprovechó de la situación. Queriéndolo o sin querer, el Uchiha había abierto un claro hueco que sin duda aprovecharía. La chica explotó en un sinfín de papeles, un torrente de mariposas que se expandió en todas direcciones. La mayoría de éstas se reagruparían rápidamente tras el genin, formando nuevamente gran parte de la figura de la pelirroja. Sin demora, y compartiendo la estrecha montura, abrazaría al joven desde la espalda.
—Vamos, Datsue... no te lo tomes tan a lo dramático... —inquirió la chica con voz jocosa —... después de todo, habíamos venido justo para poder visitar las pirámides, es la oportunidad perfecta. Una ocasión así difícilmente se volverá a repetir.
Sus palabras, endulzadas con una gran dosis de realidad, no hacían mas que ocultar su verdadera intención. Sin tener la obligación de domar a la bestia, era completamente libre para manipular unas cuantas mariposas y que cumplieran su objetivo.
¿Cómo fiarse completamente de la palabra de un mentiroso?
No, la confianza es una cosa, y ser tonto o tonta un cosa bien distinta. Por falta de miedo que le tuviese al ejercito del Damyo, no podía permitirse el lujo de ser capturada o vendida al mejor postor, antes debía encontrar solución a su incompleta inmortalidad.
Sin mas, acercó su rostro hacia el flanco del rostro del chico. Al estar a la altura de su oído, susurró tan bajo como pudo, con intención de que nadie mas que Datsue se enterase. —Envié mariposas hacia la tienda, cúbreme.
Tras ello, un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja. No era algo necesario, pero se permitió ese pequeño gran placer.
—Venga, vamos... no seas sosainas. —inquirió, retomando un volumen de voz normalizado.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)