5/12/2017, 01:02
Mientras Datsue caminaba por el local con aquel estilo tan suyo, atrayendo seguramente más de una mirada, Akame le iba a la zaga. Al contrario que su compañero, él no se contoneaba con gracia ni picoteaba la atención de las camareras. Probablemente no lo habría conseguido de intentarlo, pero tampoco estaba entre sus intereses. Como un equipo bien coordinado, mientras Datsue iba allanando el camino, Akame observaba el entorno. En particular buscó localizar y ubicar en su memoria varios puntos importantes. Primero el aseo, en caso de que necesitasen algo de intimidad. Luego, alguna discreta puerta trasera que estuviera pensada sólo para ser usada por el personal del Molino. Y finalmente, alguna trabajadora lo suficientemente desgraciada como para haber sido ordenada a satisfacer a los clientes.
Esa era la clase de persona que necesitaban encontrar.
Al llegar a la barra, el Uchiha se encontró ya a Datsue pidiendo algo. No dijo palabra —pues entendía poco de bebidas alcohólicas— y se limitó a sonreír distraídamente a la camarera.
—Tengo una idea —susurró a su Hermano—. Pero primero necesitamos convencer a algunas de estas... Ejem, señoritas, de que nos acompañen a un lugar más íntimo.
Akame se apoyó sobre la barra, mirando a su camarada.
—No llegaremos mucho más lejos con estas pieles, no sin arriesgarnos demasiado al menos. Necesitamos unas más... Apropiadas.
Esa era la clase de persona que necesitaban encontrar.
Al llegar a la barra, el Uchiha se encontró ya a Datsue pidiendo algo. No dijo palabra —pues entendía poco de bebidas alcohólicas— y se limitó a sonreír distraídamente a la camarera.
—Tengo una idea —susurró a su Hermano—. Pero primero necesitamos convencer a algunas de estas... Ejem, señoritas, de que nos acompañen a un lugar más íntimo.
Akame se apoyó sobre la barra, mirando a su camarada.
—No llegaremos mucho más lejos con estas pieles, no sin arriesgarnos demasiado al menos. Necesitamos unas más... Apropiadas.