5/12/2017, 12:37
(Última modificación: 5/12/2017, 13:19 por Uchiha Akame.)
«¿Que no hay aseo en este condenado local?», se dijo para sí el Uchiha tras examinar los alrededores. A pesar de todo, sí que había localizado una discreta puerta trasera en uno de los laterales de la sala, y otra tras la barra. Memorizó aquellas dos ubicaciones; un ninja siempre debía tener un plan B en caso de que todo se fuera al diablo.
Luego reparó en aquella mujer que destacaba sobre el resto. No tenía pinta de prostituta, o al menos eso pensó el jovencito gennin que nunca había conocido una. No había que ser un lince para darse cuenta de que la tipa brillaba con luz propia —a pesar del collar de apariencia cara que lucía— y estaba sola. Al menos, en aquel momento. «Parece la clase de persona que puede abrirnos muchas puertas aquí dentro...»
Akame se volvió hacia su Hermano y justo en el momento en que la camarera enunciaba su sentencia, y tuvo que contener su sorpresa para evitar que la mandíbula se le desencajara hasta dar con la propia barra. «¿¡SEISCIENTOS RYOS!? ¿¡Por dos copas de... de... Bueno, de lo que quiera que sea eso!?» Pese a todo, de aquello dependía buena parte de su tapadera, de modo que el gennin simplemente sacó trescientos ryos y puso su parte sobre la barra. «Por todos los dioses, con esto podría comprar un buen shuriken de acero pulido y todavía me sobraría para invitar a Koko-chan a un té...»
—Mírame aquí —dijo después de soltar los billetes, moviendo la cabeza ligeramente en dirección a la mujer—. La del vestido violeta. Parece importante... Y sola —hablaba lo bastante alto como para que Datsue se enterase pese al bullicio, pero no lo suficiente como para que una camarera indiscreta pudiera espiar la conversación—. Tú siempre has tenido más mano con las mujeres, así que te cubro las espaldas.
Luego reparó en aquella mujer que destacaba sobre el resto. No tenía pinta de prostituta, o al menos eso pensó el jovencito gennin que nunca había conocido una. No había que ser un lince para darse cuenta de que la tipa brillaba con luz propia —a pesar del collar de apariencia cara que lucía— y estaba sola. Al menos, en aquel momento. «Parece la clase de persona que puede abrirnos muchas puertas aquí dentro...»
Akame se volvió hacia su Hermano y justo en el momento en que la camarera enunciaba su sentencia, y tuvo que contener su sorpresa para evitar que la mandíbula se le desencajara hasta dar con la propia barra. «¿¡SEISCIENTOS RYOS!? ¿¡Por dos copas de... de... Bueno, de lo que quiera que sea eso!?» Pese a todo, de aquello dependía buena parte de su tapadera, de modo que el gennin simplemente sacó trescientos ryos y puso su parte sobre la barra. «Por todos los dioses, con esto podría comprar un buen shuriken de acero pulido y todavía me sobraría para invitar a Koko-chan a un té...»
—Mírame aquí —dijo después de soltar los billetes, moviendo la cabeza ligeramente en dirección a la mujer—. La del vestido violeta. Parece importante... Y sola —hablaba lo bastante alto como para que Datsue se enterase pese al bullicio, pero no lo suficiente como para que una camarera indiscreta pudiera espiar la conversación—. Tú siempre has tenido más mano con las mujeres, así que te cubro las espaldas.