6/12/2017, 18:24
Todos estaban perdiendo la paciencia: Akame, el ninja más calmado que Datsue había conocido; e incluso la propia Eri, que empezó a chillarle. Datsue estaba igual que ellos, aunque hasta el momento lo disimulaba mejor. Visto desde fuera, quizá la escena incluso resultase grotesca. Tres críos abofeteando y gritando a un anciano por respuestas que no era capaz de dar. ¿Hubiesen hecho lo mismo con el alguacil? Lo dudaba mucho. Pero aquél era un hombre viejo e indefenso, que en vez de devolver las bofetadas ponía la otra mejilla.
«Menos mal que nadie nos observa», pensó, aliviado.
Esperó a que el anciano respondiese a Eri, pero si volvía a soltar frases sin sentido…
—¡Basta! —exclamó, agarrando al viejo por el cuello de la camisa y tirando de él para que le mirase a los ojos. Unos ojos impregnados en sangre, y con tres tomoe alrededor de las pupilas—. Es hora de que me cuentes la verdad.
Sin pensárselo más, introdujo al anciano en una ilusión. Ahora se encontraban solos, fuera de casa, en la calle, donde se podía ver el gran edificio en ruinas… solo que ya no estaba en ruinas, sino quemándose. Grandes lenguas de fuego devoraban sus cimientos, reduciéndola a cenizas y levantando grandes columnas de humo, que se perdía en un cielo oscuro. Se oían gritos. Chillidos de niños pequeños. Datsue se estaba arriesgando con aquella recreación, pero llegados a aquel punto, no creía que yendo a lo seguro fuese a conseguir nada.
—Mírame, anciano —los ojos de Datsue se clavaron en los suyos—. Un anciano sabe mi nombre. Un anciano sabe quién soy. Yo soy… —se inclinó hacia él y susurró en su oído—, el Elegido. Yo puedo romper el círculo —añadió, con voz profunda, mientras tomaba el antebrazo del viejo. Se lo mostró. Las serpientes tatuadas que se devoraban a sí mismas estaban… decapitadas. El círculo se había roto—. Pero antes un anciano debe contar la verdad. Toda.
»Solo así… Solo así impediremos que se lleven a más niños.
«Vale… Cómo esta fantasmada salga mal ni una palabra a Eri o Akame. Me da que hasta en Kusagakure se oirían sus carcajadas…»
«Menos mal que nadie nos observa», pensó, aliviado.
Esperó a que el anciano respondiese a Eri, pero si volvía a soltar frases sin sentido…
—¡Basta! —exclamó, agarrando al viejo por el cuello de la camisa y tirando de él para que le mirase a los ojos. Unos ojos impregnados en sangre, y con tres tomoe alrededor de las pupilas—. Es hora de que me cuentes la verdad.
Sin pensárselo más, introdujo al anciano en una ilusión. Ahora se encontraban solos, fuera de casa, en la calle, donde se podía ver el gran edificio en ruinas… solo que ya no estaba en ruinas, sino quemándose. Grandes lenguas de fuego devoraban sus cimientos, reduciéndola a cenizas y levantando grandes columnas de humo, que se perdía en un cielo oscuro. Se oían gritos. Chillidos de niños pequeños. Datsue se estaba arriesgando con aquella recreación, pero llegados a aquel punto, no creía que yendo a lo seguro fuese a conseguir nada.
—Mírame, anciano —los ojos de Datsue se clavaron en los suyos—. Un anciano sabe mi nombre. Un anciano sabe quién soy. Yo soy… —se inclinó hacia él y susurró en su oído—, el Elegido. Yo puedo romper el círculo —añadió, con voz profunda, mientras tomaba el antebrazo del viejo. Se lo mostró. Las serpientes tatuadas que se devoraban a sí mismas estaban… decapitadas. El círculo se había roto—. Pero antes un anciano debe contar la verdad. Toda.
»Solo así… Solo así impediremos que se lleven a más niños.
«Vale… Cómo esta fantasmada salga mal ni una palabra a Eri o Akame. Me da que hasta en Kusagakure se oirían sus carcajadas…»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado