7/12/2017, 19:44
Y al fin, al —PUTO— fin, la jodida mariposa de los cojines llegó al puto sitio. Casi parecía que hubiese invocado a una mariposa minusválida o algo por el estilo. La muy jodída se había llevado tres siglos y medio para llegar hasta la maldita tienda... ya no sabía ni qué mas hacer o decir la pelirroja en pos de cubrir su infiltración. Hubiese sido mas sencillo pillar una lechuga, lanzársela al profesor adjunto a la cabeza, y salir corriendo ella misma hacia la tienda. Hubiese tardado menos, y habrían sido unas buenas risas...
Pero en fin, no se puede tener todo en ésta vida, o eso dicen.
La minusválida logró su función, y tras espiar la tienda por completo, pudo revelar a la pelirroja que el tipo de bigote color moco estaba realmente a salvo. Muten Roshi no había mentido en ésta ocasión, hasta le habían dejado víveres para que éste pudiese sobrevivir unos cuantos días. Quizás, tan solo quizás, podrían obviar el apodo de matagatos a éste tipo por el gato que había matado, obviamente todo ésto metafóricamente. La mentira quizás había sido imposible de obviar con tal de que todo saliese según lo planeado.
Datsue, con dos símbolos del dolar por ojos, se animó tanto a cumplir con la contienda que ni se molestó en ganar algo mas de tiempo. No sabía ni si la chica había podido averiguar sobre barba-moco, solo veía billetes y monedas cayendo desde el cielo...
«Maldito Datsue... lo había dicho por decir, pero le he golpeado justo en su punto flaco... o eso parece...»
Y sin mas reparos, todo estaba zanjado. Fue el mismo Datsue quien dio renovadas fuerzas a que prosiguieran la expedición, vociferando entusiasmado. Sin mas, todos se pusieron en marcha. El camino fue largo, intenso y acalorado, entre duna y duna la chica se acercaría a Datsue e informaría de que efectivamente, el hombre estaba bien y tenía provisiones.
Al anochecer, al fin llegaron. No hizo falta ni que el profesor Roshi así lo afirmara, aunque también lo hizo, delante de ellos se alzaba una estructura inconfundible. La pelirroja quedó boquiabierta, impresionada ante lo que se supoía que llevaba tiempo buscando...
«¡¡LA PIRÁMIDE DE SANBEI!!»
¿Por qué diantres le dijeron que no iban hacia la pirámide de Sanbei? Casi explota de emoción, su sonrisa lucía mas grande que nunca. Allí, frente a ella, su mayor objetivo hasta el momento... al menos que recordase.
—Al fin llegamos —celebró la chica, ocultando la mayor parte de su entusiasmo.
De nuevo la escena del día anterior se repitió, y los obreros montaron rápidamente un campamento casi idéntico al de la noche anterior. Las fogatas de nuevo iluminaron el cielo, haciendo de ellos un objetivo fácil, pero sirvió para renovar los ánimos de todos y cada uno de ellos. En éstos fuegos los espetos y brochetas fueron pasando, y entre éstos y la buena cerveza, el descanso estaba mas que asegurado.
Aiko decidió sentarse al lado de Datsue, y relativamente cerca del profesor y el resto, aunque tampoco demasiado pegados. De nuevo ésta noche podía ser larga y traicionera, nunca mejor dicho. La chica no tenía miedo alguno, ya habían llegado a donde quería...
¿Qué les esperaba ahora?
—Mañana va a ser un gran día... al fin estamos en la jodida pirámide ésta. —comentó al Uchiha.
Pero en fin, no se puede tener todo en ésta vida, o eso dicen.
La minusválida logró su función, y tras espiar la tienda por completo, pudo revelar a la pelirroja que el tipo de bigote color moco estaba realmente a salvo. Muten Roshi no había mentido en ésta ocasión, hasta le habían dejado víveres para que éste pudiese sobrevivir unos cuantos días. Quizás, tan solo quizás, podrían obviar el apodo de matagatos a éste tipo por el gato que había matado, obviamente todo ésto metafóricamente. La mentira quizás había sido imposible de obviar con tal de que todo saliese según lo planeado.
Datsue, con dos símbolos del dolar por ojos, se animó tanto a cumplir con la contienda que ni se molestó en ganar algo mas de tiempo. No sabía ni si la chica había podido averiguar sobre barba-moco, solo veía billetes y monedas cayendo desde el cielo...
«Maldito Datsue... lo había dicho por decir, pero le he golpeado justo en su punto flaco... o eso parece...»
Y sin mas reparos, todo estaba zanjado. Fue el mismo Datsue quien dio renovadas fuerzas a que prosiguieran la expedición, vociferando entusiasmado. Sin mas, todos se pusieron en marcha. El camino fue largo, intenso y acalorado, entre duna y duna la chica se acercaría a Datsue e informaría de que efectivamente, el hombre estaba bien y tenía provisiones.
Al anochecer, al fin llegaron. No hizo falta ni que el profesor Roshi así lo afirmara, aunque también lo hizo, delante de ellos se alzaba una estructura inconfundible. La pelirroja quedó boquiabierta, impresionada ante lo que se supoía que llevaba tiempo buscando...
«¡¡LA PIRÁMIDE DE SANBEI!!»
¿Por qué diantres le dijeron que no iban hacia la pirámide de Sanbei? Casi explota de emoción, su sonrisa lucía mas grande que nunca. Allí, frente a ella, su mayor objetivo hasta el momento... al menos que recordase.
—Al fin llegamos —celebró la chica, ocultando la mayor parte de su entusiasmo.
De nuevo la escena del día anterior se repitió, y los obreros montaron rápidamente un campamento casi idéntico al de la noche anterior. Las fogatas de nuevo iluminaron el cielo, haciendo de ellos un objetivo fácil, pero sirvió para renovar los ánimos de todos y cada uno de ellos. En éstos fuegos los espetos y brochetas fueron pasando, y entre éstos y la buena cerveza, el descanso estaba mas que asegurado.
Aiko decidió sentarse al lado de Datsue, y relativamente cerca del profesor y el resto, aunque tampoco demasiado pegados. De nuevo ésta noche podía ser larga y traicionera, nunca mejor dicho. La chica no tenía miedo alguno, ya habían llegado a donde quería...
¿Qué les esperaba ahora?
—Mañana va a ser un gran día... al fin estamos en la jodida pirámide ésta. —comentó al Uchiha.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)