12/12/2017, 17:16
Eri rechazó fríamente las súplicas del anciano ante la mirada complacida del mayor de los Uchiha. «Eso ha sido inesperadamente profesional. Me alegro de tener a Eri-san como compañera», se dijo Akame en su fuero interno. Y es que aquel viejo ya había sido exprimido sin piedad por los tres ninjas; poco más tenía que decir. Comprometerse a ayudarle pasados ese punto sería complicarse la vida y complicar la misión, buscarse un problema innecesario que...
—Yo le llevaré, anciano. Yo le llevaré a Uzushiogakure no Sato. Lo juro Por Susano'o—dijo Datsue, con voz profunda y seria.
Akame sintió ganas de fulminar a su compañero con la mirada, pero pronto intuyó que simplemente estaba tirándose un farol. Ninguno de los genin que allí estaban tenían potestad para prometer semejante cosa, y mucho menos a un hombre de un pueblo perdido de la mano de los dioses. «¿De verdad este tipo sabe algo más...?» Sus compañeros parecían convencidos de que así era. «Llevamos casi una hora interrogándole, ha pasado por un ritual de Fuuinjutsu de alto nivel y parece exhausto... No creo que tuviera fuerzas para seguir mintiendo. Además, según su propia historia, él no era más que un peón. El Juuinjutsu debió ponérselo alguno de esos "maestros", probablemente el tal Yogo-sama...»
Los ojos del viejo, ignorante de las verdaderas intenciones de Datsue, refulgieron con la chispa de la esperanza durante un momento. Se alejó de Eri —que ya se había soltado de su agarre con impasible crudeza— y gateó hasta los lindes de las sandalias de Datsue.
—Un anciano le muestra su profunda gratitud, ninja-sama, un anciano le agradece... —empezó a recitar, como si fuese un salmo. Sin embargo, pronto llegó la segunda parte, y al viejo le sentó como una sentencia a la horca—. ¡Un anciano no sabe más! ¡Un anciano ha ayudado, ha ayudado a los ninjas! ¡Por favor! —suplicó de nuevo, arrastrándose a los pies del Uchiha—. Por favor...
Akame se dio media vuelta, cansado de oír los quejidos lastimeros del anciano.
—Este cartucho ya está quemado —sentenció con firmeza—. Pronto será la hora del almuerzo... Ah, me vendría bien un buen estofado. Salgamos de aquí.
—Yo le llevaré, anciano. Yo le llevaré a Uzushiogakure no Sato. Lo juro Por Susano'o—dijo Datsue, con voz profunda y seria.
Akame sintió ganas de fulminar a su compañero con la mirada, pero pronto intuyó que simplemente estaba tirándose un farol. Ninguno de los genin que allí estaban tenían potestad para prometer semejante cosa, y mucho menos a un hombre de un pueblo perdido de la mano de los dioses. «¿De verdad este tipo sabe algo más...?» Sus compañeros parecían convencidos de que así era. «Llevamos casi una hora interrogándole, ha pasado por un ritual de Fuuinjutsu de alto nivel y parece exhausto... No creo que tuviera fuerzas para seguir mintiendo. Además, según su propia historia, él no era más que un peón. El Juuinjutsu debió ponérselo alguno de esos "maestros", probablemente el tal Yogo-sama...»
Los ojos del viejo, ignorante de las verdaderas intenciones de Datsue, refulgieron con la chispa de la esperanza durante un momento. Se alejó de Eri —que ya se había soltado de su agarre con impasible crudeza— y gateó hasta los lindes de las sandalias de Datsue.
—Un anciano le muestra su profunda gratitud, ninja-sama, un anciano le agradece... —empezó a recitar, como si fuese un salmo. Sin embargo, pronto llegó la segunda parte, y al viejo le sentó como una sentencia a la horca—. ¡Un anciano no sabe más! ¡Un anciano ha ayudado, ha ayudado a los ninjas! ¡Por favor! —suplicó de nuevo, arrastrándose a los pies del Uchiha—. Por favor...
Akame se dio media vuelta, cansado de oír los quejidos lastimeros del anciano.
—Este cartucho ya está quemado —sentenció con firmeza—. Pronto será la hora del almuerzo... Ah, me vendría bien un buen estofado. Salgamos de aquí.