14/12/2017, 16:17
El anciano se retiró de la joven y fue directamente hasta Datsue. Eri, por su parte, clavó su mirada confusa en el rostro del joven Uchiha, incapaz de entender por qué acababa de prometer tal cosa. Una cosa era mentir por algo banal, otra muy distinta era meter a su aldea de por medio.
—Un anciano le muestra su profunda gratitud, ninja-sama, un anciano le agradece... ¡Un anciano no sabe más! ¡Un anciano ha ayudado, ha ayudado a los ninjas! ¡Por favor! Por favor...
Eri simplemente ya no sabía qué decir ante aquello. Era cierto que estaba desesperada con aquel hombre y más de una vez hubiera abandonado la estancia si no llegase a ser porque estaba de servicio...
—Este cartucho ya está quemado —sentenció con firmeza—. Pronto será la hora del almuerzo... Ah, me vendría bien un buen estofado. Salgamos de aquí.
... Pero tampoco se sentía como para abandonarle allí.
—Podría… Podría venir con nosotros… a la taberna. ¿Qué me dices, anciano? Te has ganado un buen estofado. Yo te invito.
«¿Pero este chico está loco?» pensó la joven mirándole de forma horrorizada ahora. O sea, le acababan de medio apalizar, ¿y lo que quería él era exhibirlo por todo el pueblo? ¡Era una horrible idea!
—No podemos llevarle a la taberna —alegó la joven, con firmeza —. Piensa en lo que podrían hacerle allí, ya casi lo matan a palazos, como para sacarlo de su casa —le regañó la joven al Uchiha —. Por otro lado, podríamos traerle algo de comer...
En eso sí que coincidía con Datsue.
—Un anciano le muestra su profunda gratitud, ninja-sama, un anciano le agradece... ¡Un anciano no sabe más! ¡Un anciano ha ayudado, ha ayudado a los ninjas! ¡Por favor! Por favor...
Eri simplemente ya no sabía qué decir ante aquello. Era cierto que estaba desesperada con aquel hombre y más de una vez hubiera abandonado la estancia si no llegase a ser porque estaba de servicio...
—Este cartucho ya está quemado —sentenció con firmeza—. Pronto será la hora del almuerzo... Ah, me vendría bien un buen estofado. Salgamos de aquí.
... Pero tampoco se sentía como para abandonarle allí.
—Podría… Podría venir con nosotros… a la taberna. ¿Qué me dices, anciano? Te has ganado un buen estofado. Yo te invito.
«¿Pero este chico está loco?» pensó la joven mirándole de forma horrorizada ahora. O sea, le acababan de medio apalizar, ¿y lo que quería él era exhibirlo por todo el pueblo? ¡Era una horrible idea!
—No podemos llevarle a la taberna —alegó la joven, con firmeza —. Piensa en lo que podrían hacerle allí, ya casi lo matan a palazos, como para sacarlo de su casa —le regañó la joven al Uchiha —. Por otro lado, podríamos traerle algo de comer...
En eso sí que coincidía con Datsue.