18/12/2017, 03:47
No obstante, Akame tuvo una... revelación. Súbita y certera. Tan certera como para obligarle a levantar la mano e interrumpir sin tapujos el finiquito de aquella reunión. Meiharu le observó inquisitiva, y Shinjaka se mostró visiblemente impacientado. ¿Y ahora qué?
Entonces, El profesional se hizo explicar. Y es que creyó que de proseguir con lo planificado estarían pues cometiendo un grave error, porque aunque estaba claro que era él el más sabedor respecto a los menesteres de aquel juego de cartas, las habilidades sociales de Datsue superaban con creces las suyas. Y, percatándose de ello, Akame habría entendido que ese palmar de capacidades que él no poseía iban a ser requeridas.
Datsue, sin embargo, tenía un plan respecto a, quizás, lo más preocupante. La apariencia. Y es que teniendo que sumergirse en un ámbito tan concurrido de gente, con personalidades desconocidas y a los que además tendría que empapar de bien pensados y articulados discursos; sería toda una proeza ya de por sí sola, hacerlo mientras se tenía el henge activo era una locura. Pero él era Uchiha Datsue, no un shinobi excesivamente versado en el Katon, pero sí en...
El Fūinjutsu. Y en su vitrina de confecciones tenía una técnica que resultaba curiosamente adecuada para el trabajo, como anillo al dedo. ¿Por qué no lo pensó antes, antes de dejar que Akame se postulara primero?
Pero, rectificar es de humanos. Y ahora, cada pieza estaba debidamente en su lugar.
—Está bien, como veáis. Mientras logréis no levantar sospechas, que vaya el que quiera. Akame, te espero a dos cuadras abajo del Molino, no te tardes.
Shinjaka tomó rumbo hacia la puerta, le dio una palmada a su socio Datsue y dejó la habitación, esperando ser secundado por Akame luego de que éste tomara las debidas precauciones para salir. Y ahí sólo quedó Meiharu, la diestra mujer violeta; observando cálidamente a Datsue.
—Uhmm, algo me dice que cuidar de ti va a ser mucho más problemático, Datsue-kun —soltó, pícara.
Entonces, El profesional se hizo explicar. Y es que creyó que de proseguir con lo planificado estarían pues cometiendo un grave error, porque aunque estaba claro que era él el más sabedor respecto a los menesteres de aquel juego de cartas, las habilidades sociales de Datsue superaban con creces las suyas. Y, percatándose de ello, Akame habría entendido que ese palmar de capacidades que él no poseía iban a ser requeridas.
Datsue, sin embargo, tenía un plan respecto a, quizás, lo más preocupante. La apariencia. Y es que teniendo que sumergirse en un ámbito tan concurrido de gente, con personalidades desconocidas y a los que además tendría que empapar de bien pensados y articulados discursos; sería toda una proeza ya de por sí sola, hacerlo mientras se tenía el henge activo era una locura. Pero él era Uchiha Datsue, no un shinobi excesivamente versado en el Katon, pero sí en...
El Fūinjutsu. Y en su vitrina de confecciones tenía una técnica que resultaba curiosamente adecuada para el trabajo, como anillo al dedo. ¿Por qué no lo pensó antes, antes de dejar que Akame se postulara primero?
Pero, rectificar es de humanos. Y ahora, cada pieza estaba debidamente en su lugar.
—Está bien, como veáis. Mientras logréis no levantar sospechas, que vaya el que quiera. Akame, te espero a dos cuadras abajo del Molino, no te tardes.
Shinjaka tomó rumbo hacia la puerta, le dio una palmada a su socio Datsue y dejó la habitación, esperando ser secundado por Akame luego de que éste tomara las debidas precauciones para salir. Y ahí sólo quedó Meiharu, la diestra mujer violeta; observando cálidamente a Datsue.
—Uhmm, algo me dice que cuidar de ti va a ser mucho más problemático, Datsue-kun —soltó, pícara.