19/12/2017, 17:45
Akame deshizo su Henge después de reunirse con Shinjaka —previo cuidado de que nadie le estuviera viendo, incluso adentrándose un momento en algún callejón solitario si fuese necesario— y luego siguió los pasos del aprendiz de herrero. Se veía un tipo locuaz, muy parecido a Datsue en ese aspecto, y contrastaba brutalmente con la seriedad y serenidad del Uchiha. Akame lo prefería así; no es que le molestasen los silencios "incómodos" —para él no lo eran—, sino que prefería tratar con gente que hablaba mucho. Así era bastante más fácil saber siempre en qué estaban pensando.
Y el tema sobre el que estaba pensando Shinjaka en ese momento no gustó ni un poco al uzujin. Akame se aclaró la garganta, sin desviar la vista del frente, y se limitó a contestar.
—Cuando has acampado, combatido, sangrado y matado junto a un compañero, pasa a convertirse en algo más. Es un hermano, más que un simple colega de profesión —aseguró sin un atisbo de duda—. Entiendo que a alguien que no comparte nuestra profesión pueda resultarle extraño, pero te aseguro que no lo es. Cuando estás en el campo de batalla, sea cual sea éste, confiar en tus hermanos es lo único que impide que acaben matándote a la primera de cambio como a un perro rabioso —apuntó, mirando de reojo al aprendiz.
Esperaba con aquello haber dejado zanjado el tema, pues aquel camino no le gustaba un pelo y Shinjaka lo estaba recorriendo a toda velocidad. Akame dejó un par de segundos de silencio y luego cambió de tercio.
—¿Qué información tenemos sobre el pipiolo?
Y el tema sobre el que estaba pensando Shinjaka en ese momento no gustó ni un poco al uzujin. Akame se aclaró la garganta, sin desviar la vista del frente, y se limitó a contestar.
—Cuando has acampado, combatido, sangrado y matado junto a un compañero, pasa a convertirse en algo más. Es un hermano, más que un simple colega de profesión —aseguró sin un atisbo de duda—. Entiendo que a alguien que no comparte nuestra profesión pueda resultarle extraño, pero te aseguro que no lo es. Cuando estás en el campo de batalla, sea cual sea éste, confiar en tus hermanos es lo único que impide que acaben matándote a la primera de cambio como a un perro rabioso —apuntó, mirando de reojo al aprendiz.
Esperaba con aquello haber dejado zanjado el tema, pues aquel camino no le gustaba un pelo y Shinjaka lo estaba recorriendo a toda velocidad. Akame dejó un par de segundos de silencio y luego cambió de tercio.
—¿Qué información tenemos sobre el pipiolo?