21/12/2017, 17:54
Nadie respondió a la llamada de Eri.
La kunoichi trató de abrir la puerta por sus propios medios; primero utilizando la fuerza bruta, que no fue ni por asomo suficiente para vencer a la gruesa hoja de madera vieja que bloqueaba su camino. Luego, tratando de forzar la cerradura con ayuda de alguno de sus utensilios ninja. Por desgracia para la Uzumaki, su destreza manual no era lo suficientemente alta como para poder siquiera con aquella sencilla cerradura de hierro oxidado.
Finalmente, Eri se fijó en las ventanas. Lo primero que pudo ver fue que había tres; una de ellas junto a la puerta, en la fachada frontal de la casa, y dos más en los laterales, una a cada lado. El marco estaba hecho de la misma madera que la puerta y se insertaba con cierta holgura en la piedra de las paredes. Los cristales estaban sucios y parecían bastante frágiles. Todas estaban cerradas por dentro.
La kunoichi trató de abrir la puerta por sus propios medios; primero utilizando la fuerza bruta, que no fue ni por asomo suficiente para vencer a la gruesa hoja de madera vieja que bloqueaba su camino. Luego, tratando de forzar la cerradura con ayuda de alguno de sus utensilios ninja. Por desgracia para la Uzumaki, su destreza manual no era lo suficientemente alta como para poder siquiera con aquella sencilla cerradura de hierro oxidado.
Finalmente, Eri se fijó en las ventanas. Lo primero que pudo ver fue que había tres; una de ellas junto a la puerta, en la fachada frontal de la casa, y dos más en los laterales, una a cada lado. El marco estaba hecho de la misma madera que la puerta y se insertaba con cierta holgura en la piedra de las paredes. Los cristales estaban sucios y parecían bastante frágiles. Todas estaban cerradas por dentro.