21/12/2017, 19:21
El chico no dijo nada al principio, sin embargo sí actuó inmediatamente. Agarró a la chica por los hombros y se la llevó detrás de la posada. La joven no dijo nada, simplemente hipaba e intentaba controlar las lágrimas para no comportarse como una niña pequeña en vez de una kunoichi formada, que después de todo, eso es lo que era.
—Tranquila, Eri-san, estás a salvo ahora. Necesito que te tranquilices, ¿de acuerdo? Cuéntame lo que ha pasado —pidió el Uchiha una vez se vieron ajenos a oídos y miradas de algún residente.
Ella respiraba con dificultad, pero asintió lentamente y tomó aire, luego lo dejó ir. Así varias veces hasta que comenzaba a volver a controlar su respiración.
—Akame-san, el anciano estaba muerto, creo que se suicidó —murmuró la joven, luego soltó otro hipido sin querer y esperó unos segundos para dar la explicación larga —. Cuando llegué, todo estaba cerrado a cal y canto, pero logré romper una ventana —explicó enseñando su brazo vendado de forma torpe y rápida con la tela de su camiseta —. Entré y todo estaba como lo dejamos, salvo que el anciano... —pausó, tragando grueso y mirando hacia abajo —, estaba colgado del techo, sangre cayendo de sus brazos...
Se mordió el labio inferior, aún con la imagen pegada en sus párpados cuando cerraba los ojos.
—Abajo leí, detrás, con sangre... Abajo...
—Tranquila, Eri-san, estás a salvo ahora. Necesito que te tranquilices, ¿de acuerdo? Cuéntame lo que ha pasado —pidió el Uchiha una vez se vieron ajenos a oídos y miradas de algún residente.
Ella respiraba con dificultad, pero asintió lentamente y tomó aire, luego lo dejó ir. Así varias veces hasta que comenzaba a volver a controlar su respiración.
—Akame-san, el anciano estaba muerto, creo que se suicidó —murmuró la joven, luego soltó otro hipido sin querer y esperó unos segundos para dar la explicación larga —. Cuando llegué, todo estaba cerrado a cal y canto, pero logré romper una ventana —explicó enseñando su brazo vendado de forma torpe y rápida con la tela de su camiseta —. Entré y todo estaba como lo dejamos, salvo que el anciano... —pausó, tragando grueso y mirando hacia abajo —, estaba colgado del techo, sangre cayendo de sus brazos...
Se mordió el labio inferior, aún con la imagen pegada en sus párpados cuando cerraba los ojos.
—Abajo leí, detrás, con sangre... Abajo...