24/12/2017, 16:02
Cuando Eri entró en la habitación, se encontró a Datsue tirado en la cama, engruñado como un bebé en posición fetal y durmiendo plácidamente, totalmente despreocupado de la terrible visión que acababa de tener su compañera. Siempre había sido de sueño profundo, y el cuidado con el que la kunoichi entró a la habitación evitó despertarle.
El viento acariciaba las velas del barco, arrastrando un olor a sal. El oleaje, en calma, sumía en un suave vaivén el casco del velero, donde parecía estar celebrándose una fiesta. Se oía el sonido de una botella de champán al descorcharse. También risas. Gritos de júbilo.
A lo lejos, cada vez más pequeño y borroso, se distinguía una isla.
—¡Lo hicimos, Datsue-kun! ¡Lo hicimos! —chillaba Eri, eufórica.
—¡Jamás pensé que lo lograríamos! ¡Jamás pensé que existiría de verdad! ¡Datsue-kun, eres mi héroe! —gritó Aiko, plantándole un beso.
—Vamos, vamos. Que no es para tanto —decía Datsue, quitándole importancia con un gesto de mano. Entre sus dedos, sujetaba lo que parecía una especie de mano de mármol envuelta en vendas.
—¿¡Que no es para tanto!? —gritaba Noemi, quien había recuperado sus extremidades gracias a Datsue el Intrépido—. ¡Es la Mano de Midas! ¡Gracias a ti hemos hecho historia! ¿Qué podemos hacer para compensártelo?
—Eso. ¿Qué podemos hacer? —se añadió a la oferta Koko, implorándole con ojos vidriosos de la emoción.
—Haremos lo que sea… —dijo una muchacha de cabellos celestes. Una chūnin del clan Sakamoto de la cual Datsue se había quedado prendado nada más verla en una ocasión.
—B-bueno, ya que insistís, mi…
—Mi equipo de superkunoichis… —farfullaba entre sueños Datsue—. Hay... una… —emitió un gorjeo parecido a la risa—, misión… muy… —otro gorjeo desde la garganta—, especial…
Y otro gorjeo, que se convirtió en una pequeña risita aguda.
• • •
El viento acariciaba las velas del barco, arrastrando un olor a sal. El oleaje, en calma, sumía en un suave vaivén el casco del velero, donde parecía estar celebrándose una fiesta. Se oía el sonido de una botella de champán al descorcharse. También risas. Gritos de júbilo.
A lo lejos, cada vez más pequeño y borroso, se distinguía una isla.
—¡Lo hicimos, Datsue-kun! ¡Lo hicimos! —chillaba Eri, eufórica.
—¡Jamás pensé que lo lograríamos! ¡Jamás pensé que existiría de verdad! ¡Datsue-kun, eres mi héroe! —gritó Aiko, plantándole un beso.
—Vamos, vamos. Que no es para tanto —decía Datsue, quitándole importancia con un gesto de mano. Entre sus dedos, sujetaba lo que parecía una especie de mano de mármol envuelta en vendas.
—¿¡Que no es para tanto!? —gritaba Noemi, quien había recuperado sus extremidades gracias a Datsue el Intrépido—. ¡Es la Mano de Midas! ¡Gracias a ti hemos hecho historia! ¿Qué podemos hacer para compensártelo?
—Eso. ¿Qué podemos hacer? —se añadió a la oferta Koko, implorándole con ojos vidriosos de la emoción.
—Haremos lo que sea… —dijo una muchacha de cabellos celestes. Una chūnin del clan Sakamoto de la cual Datsue se había quedado prendado nada más verla en una ocasión.
—B-bueno, ya que insistís, mi…
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—Mi equipo de superkunoichis… —farfullaba entre sueños Datsue—. Hay... una… —emitió un gorjeo parecido a la risa—, misión… muy… —otro gorjeo desde la garganta—, especial…
Y otro gorjeo, que se convirtió en una pequeña risita aguda.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado