7/01/2018, 18:24
El Uchiha escuchó lo que su compañera les relataba con la espalda apoyada en la pared y los brazos cruzados. Sus ojos, inquisitivos, examinaban la menuda y nerviosa figura de Eri. Por suerte la kunoichi se había calmado y todo parecía volver a estar bajo control; al menos, de cara a la galería.
«¿Se suicidó?»
Aquello podría haber consternado a cualquier otro tipo de ninja, pero Akame era un profesional. La revelación fue apenas una marca imperceptible en el armazón de acero pulido que le rodeaba, una baja casual, un daño colateral. Nada que no pudiera haber ocurrido en cualquier otro momento visto el estado mental del anciano. «Y aun así, se suicidó por nosotros. Porque le negamos asilo en Uzushiogakure... Por Susano'o, realmente debía estar aterrado de lo que pudiera pasarle si decidió terminar todo por su propia mano», caviló Akame.
Lo que era más importante que la muerte de aquel infeliz era el mensaje que, según Eri, les había dejado. «¿Abajo? O arriba... Ninguno de los dos me dice nada».
—No te preocupes, Eri-san. Bebe el chocolate y descansa —respondió Akame tras unos momentos de silencio—. Yo también voy a dormir un poco. Parece claro que nuestra única vía de proseguir es examinar la vivienda... Ya nos hemos demorado demasiado.
El Uchiha miraría entonces a sus dos compañeros —primero a Eri, luego a Datsue—. Si ninguno de los dos tenía nada que decir, se daría media vuelta y marcharía a su habitación.
«¿Se suicidó?»
Aquello podría haber consternado a cualquier otro tipo de ninja, pero Akame era un profesional. La revelación fue apenas una marca imperceptible en el armazón de acero pulido que le rodeaba, una baja casual, un daño colateral. Nada que no pudiera haber ocurrido en cualquier otro momento visto el estado mental del anciano. «Y aun así, se suicidó por nosotros. Porque le negamos asilo en Uzushiogakure... Por Susano'o, realmente debía estar aterrado de lo que pudiera pasarle si decidió terminar todo por su propia mano», caviló Akame.
Lo que era más importante que la muerte de aquel infeliz era el mensaje que, según Eri, les había dejado. «¿Abajo? O arriba... Ninguno de los dos me dice nada».
—No te preocupes, Eri-san. Bebe el chocolate y descansa —respondió Akame tras unos momentos de silencio—. Yo también voy a dormir un poco. Parece claro que nuestra única vía de proseguir es examinar la vivienda... Ya nos hemos demorado demasiado.
El Uchiha miraría entonces a sus dos compañeros —primero a Eri, luego a Datsue—. Si ninguno de los dos tenía nada que decir, se daría media vuelta y marcharía a su habitación.