7/01/2018, 20:19
Intrigado por el cariz tenso que impregnaba el ambiente, Datsue oyó con suma atención lo que Eri tenía por relatarles. Hasta que llegó la parte en la que…
—Creo que se suicidó...
—¡HOSTIA PUTA! —no pudo evitar exclamar, llevándose las manos a la cabeza. Su primera reacción fue de incredulidad, desconcierto y con un puntito de culpabilidad. Después de todo, estaba convencido de que ellos habían tenido una parte importante de influencia en aquella trágica decisión. «Si me hubiesen hecho caso y le hubiésemos traído para invitarle al estofado…». Sacudió la cabeza, ponerse ahora a culpar a los compañeros no iba a traer nada bueno.
«Y la puerta…». Eri había dicho que estaba cerrada, pero cuando habían entrado por la mañana no lo estaba. ¿Tanto habían asustado al anciano como para que, tras casi ser linchado por el pueblo y seguir con ella abierta, la hubiese cerrado tras su marcha?
Para rematarlo, el anciano había dejado un mensaje antes de su muerte: abajo; o arriba. Eri no estaba segura.
—Me cago en la puta… —farfulló, rascándose la nuca. Aquello no tenía buena pinta.
Por suerte, Akame fue la voz de la tranquilidad y el sosiego. Calmó a Eri, y el muy cabrón hasta dijo que iba a echarse una siesta. Con lo que acababan de descubrir, ¡y tenía el estómago para ponerse a dormir!
—Pero, tíos… ¿Cómo que a dormir? —les cuestionó, mirando a uno y a otro, desconcertado—. Yo digo de ir a la jodida mansión de una vez y salir de aquí cagando leches, antes de que alguien se entere y nos eche el marrón del anciano. Que estaba vivo, joder. Estaba vivo cuando entramos y ahora está muerto. Me cago en la puta —soltó, sin poder contener los nervios.
—Creo que se suicidó...
—¡HOSTIA PUTA! —no pudo evitar exclamar, llevándose las manos a la cabeza. Su primera reacción fue de incredulidad, desconcierto y con un puntito de culpabilidad. Después de todo, estaba convencido de que ellos habían tenido una parte importante de influencia en aquella trágica decisión. «Si me hubiesen hecho caso y le hubiésemos traído para invitarle al estofado…». Sacudió la cabeza, ponerse ahora a culpar a los compañeros no iba a traer nada bueno.
«Y la puerta…». Eri había dicho que estaba cerrada, pero cuando habían entrado por la mañana no lo estaba. ¿Tanto habían asustado al anciano como para que, tras casi ser linchado por el pueblo y seguir con ella abierta, la hubiese cerrado tras su marcha?
Para rematarlo, el anciano había dejado un mensaje antes de su muerte: abajo; o arriba. Eri no estaba segura.
—Me cago en la puta… —farfulló, rascándose la nuca. Aquello no tenía buena pinta.
Por suerte, Akame fue la voz de la tranquilidad y el sosiego. Calmó a Eri, y el muy cabrón hasta dijo que iba a echarse una siesta. Con lo que acababan de descubrir, ¡y tenía el estómago para ponerse a dormir!
—Pero, tíos… ¿Cómo que a dormir? —les cuestionó, mirando a uno y a otro, desconcertado—. Yo digo de ir a la jodida mansión de una vez y salir de aquí cagando leches, antes de que alguien se entere y nos eche el marrón del anciano. Que estaba vivo, joder. Estaba vivo cuando entramos y ahora está muerto. Me cago en la puta —soltó, sin poder contener los nervios.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado