8/01/2018, 18:04
—¿Listo? —preguntó la kunoichi antes de bajar, mirando a Datsue mientras se apretaba el nudo de su bandana y comprobaba por segunda vez las vendas de su mano herida.
Cuando el menor de los Uchiha estuviese listo, ambos bajarían para encontrarse con Akame, quien ya esperaba fuera de la taberna. Una vez se hubieran reunido, los tres partieron hacia la mansión donde probablemente se acabaría su misión de una vez por todas. Eri tragó saliva, inmersa en sus pensamientos mientras escondía sus manos en los bolsillos, aminorando el frío.
Una vez llegaron pudieron ver que, incluso desde lo lejos, se había visto una gran mansión rodeada de una valla un tanto echada a perder, y que la entrada no era otra cosa más que un arco de piedra, Eri frunció los labios, no le gustaba aquella casa.
Siguiendo un camino pudieron llegar a la verdadera entrada de la casa. Eri miraba por todos lados, impaciente, esperándose que cualquier cosa pudiera saltarles de inmediato y comenzase a devorarles el cerebro, u otra cualquier cosa que no se esperase.
—¿Deberíamos inspeccionar las afueras o entramos directamente? —preguntó Eri en voz baja, parecía que tenía miedo de que pudiera ser escuchada por alguien más aún estando en medio de la nada.
Cuando el menor de los Uchiha estuviese listo, ambos bajarían para encontrarse con Akame, quien ya esperaba fuera de la taberna. Una vez se hubieran reunido, los tres partieron hacia la mansión donde probablemente se acabaría su misión de una vez por todas. Eri tragó saliva, inmersa en sus pensamientos mientras escondía sus manos en los bolsillos, aminorando el frío.
Una vez llegaron pudieron ver que, incluso desde lo lejos, se había visto una gran mansión rodeada de una valla un tanto echada a perder, y que la entrada no era otra cosa más que un arco de piedra, Eri frunció los labios, no le gustaba aquella casa.
Siguiendo un camino pudieron llegar a la verdadera entrada de la casa. Eri miraba por todos lados, impaciente, esperándose que cualquier cosa pudiera saltarles de inmediato y comenzase a devorarles el cerebro, u otra cualquier cosa que no se esperase.
—¿Deberíamos inspeccionar las afueras o entramos directamente? —preguntó Eri en voz baja, parecía que tenía miedo de que pudiera ser escuchada por alguien más aún estando en medio de la nada.