8/01/2018, 23:00
Datsue se arrepintió de haber preguntado, porque los dos se pusieron de acuerdo por ir abajo primero. Tragó saliva, mientras sentía su pulso ligeramente acelerado. Si aquello ya no le daba buena espina, cuando se encontró al final de la escalera con un portón de hierro con tres candados menos todavía. ¿Qué necesidad había de tantas cerraduras? Su instinto le decía que no era por algo bueno, y su instinto nunca le había fallado.
Al menos, que él supiese. Un par de meses más tarde descubriría que todas sus paranoias y sospechas sobre Gouna y su precipitado asesinato a Zoku eran nada menos que mentira, algo que le costaría no pocos disgustos. Pero eso… era otra historia.
—Hmpf
Datsue miró a Akame, confuso. Entonces vio sus mejillas coloradas y su mirada huidiza, y lo comprendió. Sonrió.
—Datsue-kun... ¿Podrías...? —carraspeó un momento, visiblemente incómodo—. ¿Podrías encargarte?
—Ah, claro, claro, no te preocupes. —Pese a que sus palabras sonaban a que estuviese quitándole importancia, su sonrisa de oreja a oreja delataban que estaba disfrutando aquello como un bendito—. Deja esto… —le dio una palmada en el hombro. Alguien que no conociese a Datsue pensaría que era la típica palmadita para reconfortar a alguien, pero no, claro que no lo era—, a un profesional.
Su sonrisa, sin embargo, desapareció de su rostro en cuanto se dio cuenta de una cosa. Carraspeó.
—Eri… —carraspeó de nuevo—, aparta la vista un segundo, ¿quieres?
Le dio la espalda, y se sacó las ganzúas de los calzoncillos, de un dobladillo del borde donde siempre los llevaba ocultos. Sí, de los calzoncillos. Muchas habían sido las bromas sobre su particular sitio para esconderlas, pero el Uchiha siempre había defendido que aquél era el mejor lugar. Especialmente si uno temía ser registrado... o raptado.
—Veamos —dijo, ya con ellas, agachándose sobre el primer candado, y empezando a trabajarla. Aquello era como ligar. No había que ser ni muy lanzado ni muy retraído. El ingenio se veía recompensado, pero había que suministrarlo a cuentagotas, sin pasarse de listo. El coqueteo era vital, y, si te lo montabas bien, conseguías abrir el cerrojo de su…
Carraspeó.
…corazón.
Al menos, que él supiese. Un par de meses más tarde descubriría que todas sus paranoias y sospechas sobre Gouna y su precipitado asesinato a Zoku eran nada menos que mentira, algo que le costaría no pocos disgustos. Pero eso… era otra historia.
—Hmpf
Datsue miró a Akame, confuso. Entonces vio sus mejillas coloradas y su mirada huidiza, y lo comprendió. Sonrió.
—Datsue-kun... ¿Podrías...? —carraspeó un momento, visiblemente incómodo—. ¿Podrías encargarte?
—Ah, claro, claro, no te preocupes. —Pese a que sus palabras sonaban a que estuviese quitándole importancia, su sonrisa de oreja a oreja delataban que estaba disfrutando aquello como un bendito—. Deja esto… —le dio una palmada en el hombro. Alguien que no conociese a Datsue pensaría que era la típica palmadita para reconfortar a alguien, pero no, claro que no lo era—, a un profesional.
Su sonrisa, sin embargo, desapareció de su rostro en cuanto se dio cuenta de una cosa. Carraspeó.
—Eri… —carraspeó de nuevo—, aparta la vista un segundo, ¿quieres?
Le dio la espalda, y se sacó las ganzúas de los calzoncillos, de un dobladillo del borde donde siempre los llevaba ocultos. Sí, de los calzoncillos. Muchas habían sido las bromas sobre su particular sitio para esconderlas, pero el Uchiha siempre había defendido que aquél era el mejor lugar. Especialmente si uno temía ser registrado... o raptado.
—Veamos —dijo, ya con ellas, agachándose sobre el primer candado, y empezando a trabajarla. Aquello era como ligar. No había que ser ni muy lanzado ni muy retraído. El ingenio se veía recompensado, pero había que suministrarlo a cuentagotas, sin pasarse de listo. El coqueteo era vital, y, si te lo montabas bien, conseguías abrir el cerrojo de su…
Carraspeó.
…corazón.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado