9/01/2018, 19:35
Ambos varones no tardaron en activar su tan famoso Sharingan, ella, por su parte; se mantuvo alerta, justo detrás de Akame, quien lideraría la marcha hasta el piso donde habían entrado, pero en el pasillo no había nada extraño. Luego Datsue hizo unas señas que ella no llegó a comprender a la perfección, pero sabiendo como era aquel Uchiha, mejor seguir con pasos silenciosos y dejar que Akame se ocupase del resto, ella solo pondría su oído.
Al llegar al piso superior, no encontraron nada fuera de lo normal, mientras que Akame confirmaba sus sospechas. Ella, por su parte, no dejó de estar en posición de defensa aunque hubieran subido al pasillo. Siguieron por el pasillo hasta llegar a la habitación desde donde se escuchaba el goteo, la cual provenía de la última habitación.
Hizo todo lo que Akame le había pedido, y cuando entraron en la habitación la encontraron vacía y con un mobiliario extraño para aquella casa. Ella miró por muchas partes sin acercarse demasiado a tocar nada, pero parecía que no encontraría mucho más que aquello.
—No hay nadie aquí... —murmuró el Uchiha.
Ella tragó grueso, sin todavía creer que lo que había escuchado era producto de su imaginación.
Registraron la segunda habitación donde tampoco encontraron nada hasta llegar a la tercera, donde...
«Este olor...»
Aquel hedor que desprendía le era tremendamente familiar, sobre todo porque hacía menos de una hora que había olido aquello: era sin lugar a dudas el mismo olor que había en la casa del anciano. Akame abrió la puerta de una patada y los tres ingresaron en la habitación. Era grande, con solo una ventana, un somier y un armario como únicos elementos del lugar.
—¿Eh? Escuchad. ¿Qué... Es eso?—preguntó Akame cuando el sonido del goteo se cambio por el de arañazos que parecían... Prevenir del exterior de la única ventana de la habitación.
—¿Qué... Será? —preguntó ella en un murmullo, sin atreverse del todo a acercarse y ver qué podría ser —. ¿Nos acercamos?
Al llegar al piso superior, no encontraron nada fuera de lo normal, mientras que Akame confirmaba sus sospechas. Ella, por su parte, no dejó de estar en posición de defensa aunque hubieran subido al pasillo. Siguieron por el pasillo hasta llegar a la habitación desde donde se escuchaba el goteo, la cual provenía de la última habitación.
Hizo todo lo que Akame le había pedido, y cuando entraron en la habitación la encontraron vacía y con un mobiliario extraño para aquella casa. Ella miró por muchas partes sin acercarse demasiado a tocar nada, pero parecía que no encontraría mucho más que aquello.
—No hay nadie aquí... —murmuró el Uchiha.
Ella tragó grueso, sin todavía creer que lo que había escuchado era producto de su imaginación.
Registraron la segunda habitación donde tampoco encontraron nada hasta llegar a la tercera, donde...
«Este olor...»
Aquel hedor que desprendía le era tremendamente familiar, sobre todo porque hacía menos de una hora que había olido aquello: era sin lugar a dudas el mismo olor que había en la casa del anciano. Akame abrió la puerta de una patada y los tres ingresaron en la habitación. Era grande, con solo una ventana, un somier y un armario como únicos elementos del lugar.
—¿Eh? Escuchad. ¿Qué... Es eso?—preguntó Akame cuando el sonido del goteo se cambio por el de arañazos que parecían... Prevenir del exterior de la única ventana de la habitación.
—¿Qué... Será? —preguntó ella en un murmullo, sin atreverse del todo a acercarse y ver qué podría ser —. ¿Nos acercamos?