9/01/2018, 22:13
Fuera, reinaba el caos.
Los shinobi de Uzushiogakure se movían exaltados de un lado para otro. Otros gritaban. La diferencia entre unos y otros: las placas que vestían en la manga derecha del uniforme. El jōnin más cercano, un corpulento y calvo cincuentón con entradas, detectó el movimiento de la tienda por el rabillo del ojo y se acercó hacia ellos, con una sonrisa de alivio, pero nerviosa:
—¡Hermanos del Desierto! —dijo el hombre—. ¡Al fin habéis despertado! ¡Vamos, rápido! ¡Han encontrado el campamento!
El hombre los miró unos segundos y la sonrisa le desapareció del rostro.
—Dioses, es cierto, ¿no? El equipo médico tenía razón... —masculló—. ¡Habéis perdido la memoria! ¡Habéis perdido...! ¡ARGH! No hay tiempo. Chicos: hace unos días, unos ninjas encapuchados atacaron la aldea. Llevaban bandanas de Kusagakure, pero por lo que sabemos podría ser cualquiera. Enviamos un escuadrón de ANBU a investigar y detectamos que un ejército entero de hombres se dirigía hacia la villa por la Planicie del Silencio.
»¡Formáis parte del ejército de Uzushiogakure, shinobis! ¡Durante la noche, el enemigo ha debido detectar que nuestras tropas estaban avanzando y...!
Una bola de fuego enorme impactó detrás del jōnin y estalló, arrojándolo sobre ellos. El gigantesco ninja cayó encima y los derribó al suelo, pero gracias a él sobrevivieron a la explosión. De él no se podía decir lo mismo.
Ahora mismo tenían un cadáver en llamas en brazos.
Si lo apartaban —y sería sabio hacerlo— descubrirían a un encapuchado a apenas cinco metros, empuñando una shinobigatana en una mano y un fūma shuriken en la otra. Tenía el pelo castaño y largo, y la bandana de su frente no era la de Kusagakure. Era la de Uzushiogakure. Sólo que estaba tachada. Un renegado.
—Muerte a los Hermanos Traidores —dijo, y empezó a caminar hacia ellos, haciendo girar las cuchillas del shuriken.
Los shinobi de Uzushiogakure se movían exaltados de un lado para otro. Otros gritaban. La diferencia entre unos y otros: las placas que vestían en la manga derecha del uniforme. El jōnin más cercano, un corpulento y calvo cincuentón con entradas, detectó el movimiento de la tienda por el rabillo del ojo y se acercó hacia ellos, con una sonrisa de alivio, pero nerviosa:
—¡Hermanos del Desierto! —dijo el hombre—. ¡Al fin habéis despertado! ¡Vamos, rápido! ¡Han encontrado el campamento!
El hombre los miró unos segundos y la sonrisa le desapareció del rostro.
—Dioses, es cierto, ¿no? El equipo médico tenía razón... —masculló—. ¡Habéis perdido la memoria! ¡Habéis perdido...! ¡ARGH! No hay tiempo. Chicos: hace unos días, unos ninjas encapuchados atacaron la aldea. Llevaban bandanas de Kusagakure, pero por lo que sabemos podría ser cualquiera. Enviamos un escuadrón de ANBU a investigar y detectamos que un ejército entero de hombres se dirigía hacia la villa por la Planicie del Silencio.
»¡Formáis parte del ejército de Uzushiogakure, shinobis! ¡Durante la noche, el enemigo ha debido detectar que nuestras tropas estaban avanzando y...!
Una bola de fuego enorme impactó detrás del jōnin y estalló, arrojándolo sobre ellos. El gigantesco ninja cayó encima y los derribó al suelo, pero gracias a él sobrevivieron a la explosión. De él no se podía decir lo mismo.
Ahora mismo tenían un cadáver en llamas en brazos.
Si lo apartaban —y sería sabio hacerlo— descubrirían a un encapuchado a apenas cinco metros, empuñando una shinobigatana en una mano y un fūma shuriken en la otra. Tenía el pelo castaño y largo, y la bandana de su frente no era la de Kusagakure. Era la de Uzushiogakure. Sólo que estaba tachada. Un renegado.
—Muerte a los Hermanos Traidores —dijo, y empezó a caminar hacia ellos, haciendo girar las cuchillas del shuriken.
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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