10/01/2018, 16:17
La pregunta sobre la comida tal vez no haya sido la más acertada, principalmente porque Datsue comenzó a enumerar una buena cantidad de alimentos que en gran mayoría, eran productos del mar y por tanto determinados platos resultaban bastante costosos, aunque uno en particular dibujó una mueca de asco en la rubia. «¿Nunca probaste el puto caviar? »
Además, en pleno invierno podía complicarse el conseguir algunos de los animales que el Uchiha estaba mencionando sin mencionar que —se supone— aquello era una fiesta que de no ser por ella hubiese tomado lugar dentro de un departamento bastante pequeño en el que dudaba muchísimo que entrase tanta gente.
Aunque, por obra del destino, cierta criaturita decidió darle una buena probada de un plato al que fijo no era alérgico. Ese perro… Stuffy, el que amenazaba con hacer sus gracias en algún lugar dentro de la residencia logrando así atraer problemas, se decidió a ejecutar una maniobra de lo más compleja soltando un zurullo que voló directamente hasta aquel shinobi tan arrogante que se había decantado por tomar la silla donde usualmente se sentaba el líder del clan. Eso si es que se decidían a comer en ese comedor, cosa rara en la actualidad.
Y si a la Kageyama se la veía horrorizada, no era por la desgracia que había caído sobre Datsue, era más bien por la posibilidad de que se sacudiese la mierda y la tire sobre la mesa o el piso.
—¡Ni se te ocurra sacudirte eso aquí! —advirtió a la vez que se ponía de pie, dispuesta a llevarlo hasta el baño o a los jardines.
Pero una de las criadas le ganó de mano y posó una mano en el hombro limpio del shinobi.
—Venga conmigo por favor, lo llevaré al baño —le dijo cordial, no parecía asqueada en lo más mínimo por aquella masa marrón.
Mientras tanto, otro de los criados se acercó con una toalla bastante simplona aunque tristemente era blanca, pero seguramente podría ser reemplazada fácilmente así que si Datsue se lo permitía, procedería a quitarle de encima tanta materia fecal como le fuese posible.
De todas formas, la pecosa no se mostraba para nada feliz con lo acontecido y se planteó el poner una advertencia al dueño del perro… pero en el fondo le cayó muy bien aquello, ideal para callarlo con sus pretenciones.
Además, en pleno invierno podía complicarse el conseguir algunos de los animales que el Uchiha estaba mencionando sin mencionar que —se supone— aquello era una fiesta que de no ser por ella hubiese tomado lugar dentro de un departamento bastante pequeño en el que dudaba muchísimo que entrase tanta gente.
Aunque, por obra del destino, cierta criaturita decidió darle una buena probada de un plato al que fijo no era alérgico. Ese perro… Stuffy, el que amenazaba con hacer sus gracias en algún lugar dentro de la residencia logrando así atraer problemas, se decidió a ejecutar una maniobra de lo más compleja soltando un zurullo que voló directamente hasta aquel shinobi tan arrogante que se había decantado por tomar la silla donde usualmente se sentaba el líder del clan. Eso si es que se decidían a comer en ese comedor, cosa rara en la actualidad.
Y si a la Kageyama se la veía horrorizada, no era por la desgracia que había caído sobre Datsue, era más bien por la posibilidad de que se sacudiese la mierda y la tire sobre la mesa o el piso.
—¡Ni se te ocurra sacudirte eso aquí! —advirtió a la vez que se ponía de pie, dispuesta a llevarlo hasta el baño o a los jardines.
Pero una de las criadas le ganó de mano y posó una mano en el hombro limpio del shinobi.
—Venga conmigo por favor, lo llevaré al baño —le dijo cordial, no parecía asqueada en lo más mínimo por aquella masa marrón.
Mientras tanto, otro de los criados se acercó con una toalla bastante simplona aunque tristemente era blanca, pero seguramente podría ser reemplazada fácilmente así que si Datsue se lo permitía, procedería a quitarle de encima tanta materia fecal como le fuese posible.
De todas formas, la pecosa no se mostraba para nada feliz con lo acontecido y se planteó el poner una advertencia al dueño del perro… pero en el fondo le cayó muy bien aquello, ideal para callarlo con sus pretenciones.