10/01/2018, 17:42
Tras el repentino ataque del somier asesino, la habitación volvió a encontrarse tan en silencio como antes. Esta vez, ni los arañazos en los cristales de la ventana —hubiera sido imposible, pues Akame los había hecho añicos al salir despedido a través de ella— ni el sonido del goteo perturbaban la aparente calma de aquella casa. Una casa de bien, de buena familia.
La cama no pareció moverse otra vez, bien no podía o bien no quería. Tampoco los muchachos escucharon respuesta de su tercer compañero. ¿Estaría vivo todavía, o siquiera consciente? Había unos buenos cinco o seis metros de caída desde aquella ventana hasta el suelo del jardín delantero.
La cama no pareció moverse otra vez, bien no podía o bien no quería. Tampoco los muchachos escucharon respuesta de su tercer compañero. ¿Estaría vivo todavía, o siquiera consciente? Había unos buenos cinco o seis metros de caída desde aquella ventana hasta el suelo del jardín delantero.