14/01/2018, 04:34
Claramente cada versión tenía sus detalles y diferencias pero la matriarca rápidamente encontró un punto en común entre ambos relatos que la hizo arquear una ceja y centrar su mirada en el Inuzuka.
—¿Stuffy es tu perro ninja? ¿El que se supone que los Inuzuka adiestran para que los ayude en combate? —preguntó, ahora girándose de cuerpo completo para mirar fijamente al chico—. En otras palabras, lo que desencadenó todo fue tu perro.
Ningún Sakamoto se atrevió a mover un solo músculo, seguían firmes en sus posiciones como estatuas y Koko incluida, estaba sentada en la mesa mirando en dirección a la puerta por la que habían ingresado inicialmente, es decir, la del lado contrario a la que abrió la mayor de las Sakamoto.
—En ese caso, Inuzuka Nabi será quien limpie la materia fecal de su mascota, los demás pueden ir a asearse mientras su compañero termina —afirmó con absoluta seriedad y dando un suave, pero sonoro toque en el piso con el martillo que usaba a modo de bastón.
Al escucharse ese ruido todos los Sakamoto guardaron sus armas y se pararon firmes, los guardias simplemente desaparecieron cruzando la puerta de detrás de la enorme mujer y los criados cada uno se dirigieron a los invitados para básicamente solicitarles que les siguiesen para guiarlos a distintos baños.
Lo que menos se esperaba la mujer era alguna queja o algo similar, por lo que dio por entendidas sus palabras y se dirigió caminando lentamente hasta una silla libre al lado de Koko, una de tantas hijas suyas.
—Mi niña, estás teniendo en cuenta tu situación, ¿verdad? —preguntó algo dolida antes de tomar asiento a su lado—. No me gustaría verte ir de nuevo.
—Solo le ofrecí un lugar para la fiesta a Datsue, a los demás no los conocía hasta hoy —afirmó, claramente nerviosa y evitando el contacto visual.
Mientras las féminas hablaban lo suyo, uno de los criados se había encargado de llevarle materiales de limpieza a Nabi, sin importarles que estuviese cubierto también de materia fecal.
—¿Stuffy es tu perro ninja? ¿El que se supone que los Inuzuka adiestran para que los ayude en combate? —preguntó, ahora girándose de cuerpo completo para mirar fijamente al chico—. En otras palabras, lo que desencadenó todo fue tu perro.
Ningún Sakamoto se atrevió a mover un solo músculo, seguían firmes en sus posiciones como estatuas y Koko incluida, estaba sentada en la mesa mirando en dirección a la puerta por la que habían ingresado inicialmente, es decir, la del lado contrario a la que abrió la mayor de las Sakamoto.
—En ese caso, Inuzuka Nabi será quien limpie la materia fecal de su mascota, los demás pueden ir a asearse mientras su compañero termina —afirmó con absoluta seriedad y dando un suave, pero sonoro toque en el piso con el martillo que usaba a modo de bastón.
Al escucharse ese ruido todos los Sakamoto guardaron sus armas y se pararon firmes, los guardias simplemente desaparecieron cruzando la puerta de detrás de la enorme mujer y los criados cada uno se dirigieron a los invitados para básicamente solicitarles que les siguiesen para guiarlos a distintos baños.
Lo que menos se esperaba la mujer era alguna queja o algo similar, por lo que dio por entendidas sus palabras y se dirigió caminando lentamente hasta una silla libre al lado de Koko, una de tantas hijas suyas.
—Mi niña, estás teniendo en cuenta tu situación, ¿verdad? —preguntó algo dolida antes de tomar asiento a su lado—. No me gustaría verte ir de nuevo.
—Solo le ofrecí un lugar para la fiesta a Datsue, a los demás no los conocía hasta hoy —afirmó, claramente nerviosa y evitando el contacto visual.
Mientras las féminas hablaban lo suyo, uno de los criados se había encargado de llevarle materiales de limpieza a Nabi, sin importarles que estuviese cubierto también de materia fecal.