15/01/2018, 01:12
Datsue afirmó no haber encontrado nada más a parte de aquel somier y Eri ahogó otro jadeo, haciendo que sus mejillas se sonrojasen un poco por el esfuerzo. Luego soltó todo el aire cuando escuchó la negación del Uchiha al no saber algún método para luchar contra aquello que amenazaba la mansión.
Akame no tardó en unirse al debate, dolorido y seguramente cansado; pero ahí estaba. Eri sintió pena por él, en verdad era el primero que quería descansar y acudir allí con la mente fría, pero ellos le habían arrastrado a aquello y por eso mismo había pagado su incompetencia. Pero aquellos pensamientos no debían nublarle la vista, ya habría tiempo para pedir perdón como era debido.
Escuchó atentamente la voz de Datsue mientras explicaba lo que él había visto. Y después vino su conjetura del cambio del somier. «Claro, de ahí que estuviese mal colocada...» pensó ella poniendo su dedo índice izquierdo sobre su mentón.
—Pues... Debemos ir abajo, entonces —sentenció ella —. Deberíamos mirar toda la casa, y ya después comenzar a hacer conjeturas —alegó, dándose la vuelta —. Yo iré primero, Akame-san, ten cuidado y, ¿alguno de los dos tiene algo con lo que alumbrar el sótano? —dejó caer, bajando los escalones de uno en uno.
Seguía con el corazón latiéndole a una velocidad más alta de lo común y se mantenía alerta, pero tampoco estaba aterrorizada, porque sentía que si llegaba a estarlo, sería inútil para los Uchiha, así que reunió toda su fuerza de voluntad y echó a andar escaleras abajo.
Akame no tardó en unirse al debate, dolorido y seguramente cansado; pero ahí estaba. Eri sintió pena por él, en verdad era el primero que quería descansar y acudir allí con la mente fría, pero ellos le habían arrastrado a aquello y por eso mismo había pagado su incompetencia. Pero aquellos pensamientos no debían nublarle la vista, ya habría tiempo para pedir perdón como era debido.
Escuchó atentamente la voz de Datsue mientras explicaba lo que él había visto. Y después vino su conjetura del cambio del somier. «Claro, de ahí que estuviese mal colocada...» pensó ella poniendo su dedo índice izquierdo sobre su mentón.
—Pues... Debemos ir abajo, entonces —sentenció ella —. Deberíamos mirar toda la casa, y ya después comenzar a hacer conjeturas —alegó, dándose la vuelta —. Yo iré primero, Akame-san, ten cuidado y, ¿alguno de los dos tiene algo con lo que alumbrar el sótano? —dejó caer, bajando los escalones de uno en uno.
Seguía con el corazón latiéndole a una velocidad más alta de lo común y se mantenía alerta, pero tampoco estaba aterrorizada, porque sentía que si llegaba a estarlo, sería inútil para los Uchiha, así que reunió toda su fuerza de voluntad y echó a andar escaleras abajo.