16/01/2018, 16:56
Akame terminó por ceder ante las presiones de su semejante. A medio camino entre su pupitre y la mesa del profesor se detuvo, voltéandose para mirar a Datsue. Al principio pensó en mandarle a freír espárragos, pero luego se quedó pensando en el detalle que su compadre había señalado. «Sí, tiene sentido. Aunque menuda pregunta trampa...»
Negó para sí mismo con la cabeza y volvió a su asiento. Dejó la hoja sobre la mesa y suspiró.
—Está bien, está bien —concedió, admitiendo su error aunque de mala gana—. Déjame leerte lo que he puesto.
Akame leyó en voz alta su respuesta a la pregunta teórica con una entonación y oratoria nada despreciables. Luego calló y preguntó con simpleza.
—¿Qué pondrías tú?
Negó para sí mismo con la cabeza y volvió a su asiento. Dejó la hoja sobre la mesa y suspiró.
—Está bien, está bien —concedió, admitiendo su error aunque de mala gana—. Déjame leerte lo que he puesto.
Akame leyó en voz alta su respuesta a la pregunta teórica con una entonación y oratoria nada despreciables. Luego calló y preguntó con simpleza.
—¿Qué pondrías tú?