16/01/2018, 18:22
Con un vistazo rápido de sus ojos carmesíes, Akame se cercioró de que no había nada extraño en aquella pared; nada, al menos, que entrase en el terreno del chakra.
—No hay ningún tipo de energía rodeando esta pared, eso desde luego —afirmó sin miedo a equivocarse.
El mayor de los Uchiha se había colocado tras sus compañeros, lo bastante cerca como para el Kaijundento no Jutsu iluminara claramente toda la extensión de la pared de madera. Estaba compuesta por tablones gruesos, apilados unos encima de otros; y hubo un detalle que llamó la atención de los muchachos cuando se acercaron para examinarla.
Era un símbolo grabado sobre la madera. No parecía haber sido tallado ni pintado, sino más bien... Quemado. Como con un mechero muy potente. Se trataba de una serpiente que se devoraba a sí misma formando un círculo perfecto. «¿Qué demonios...?»
En ese momento Datsue empezó a palpar con buen tino. Pudo comprobar que, pese a que los tablones se veían firmes —probablemente ninguno de ellos tendría la fuerza suficiente para desclavarlos a pulso—, el sonido que producían sus nudillos al golpear sobre la madera variaba ligeramente en torno al centro de la pared. Como si hubiese un hueco detrás.
—No hay ningún tipo de energía rodeando esta pared, eso desde luego —afirmó sin miedo a equivocarse.
El mayor de los Uchiha se había colocado tras sus compañeros, lo bastante cerca como para el Kaijundento no Jutsu iluminara claramente toda la extensión de la pared de madera. Estaba compuesta por tablones gruesos, apilados unos encima de otros; y hubo un detalle que llamó la atención de los muchachos cuando se acercaron para examinarla.
Era un símbolo grabado sobre la madera. No parecía haber sido tallado ni pintado, sino más bien... Quemado. Como con un mechero muy potente. Se trataba de una serpiente que se devoraba a sí misma formando un círculo perfecto. «¿Qué demonios...?»
En ese momento Datsue empezó a palpar con buen tino. Pudo comprobar que, pese a que los tablones se veían firmes —probablemente ninguno de ellos tendría la fuerza suficiente para desclavarlos a pulso—, el sonido que producían sus nudillos al golpear sobre la madera variaba ligeramente en torno al centro de la pared. Como si hubiese un hueco detrás.