18/01/2018, 21:30
«¿Bandidos?» Se preguntó mentalmente la kunoichi mientras adoptaba una actitud defensiva, tanto para ella como para su acompañante, aún sujetando el paraguas del de la Lluvia. Sin embargo, éste parecía no variar ni un ápice ni su expresión ni su actitud, parecía una estatua.
—¿De casualidad tienen conocimiento de que le sucedió en la pata a este animal?
—Lo siento, chaval, pero no es de tu incumbencia —respondió el hombre, mientras le indicaba con una mano a su seguidor que siguiese el camino que había tomado la ardilla.
Sin embargo y pese a que ya no tenía nada que ver con ella, Eri no pudo evitar lanzarse a coger a la ardilla, ¿y si aquellos hombres querían hacer algo malo con ella? Sabía que no podría parar toda la caza del mundo, pero si podía evitar que una ardilla fuese capturada por unos hombres, podía hacerlo.
Sin embargo, una vez tomó a la ardilla, no supo qué hacer. Miró a un lado y hacia el otro, y luego, sin previo aviso, echó a correr como si su vida dependiese de ello.
Llevándose el paraguas del desconocido.
—¡Maldición! —maldijo el hombre —Hayato, ¡esa ardilla es oro! No dejes que escape —y ambos salieron detrás de la kunoichi, camino abajo, al lado contrario de su ruta hacia la Villa de las Aguas Termales.
—¿De casualidad tienen conocimiento de que le sucedió en la pata a este animal?
—Lo siento, chaval, pero no es de tu incumbencia —respondió el hombre, mientras le indicaba con una mano a su seguidor que siguiese el camino que había tomado la ardilla.
Sin embargo y pese a que ya no tenía nada que ver con ella, Eri no pudo evitar lanzarse a coger a la ardilla, ¿y si aquellos hombres querían hacer algo malo con ella? Sabía que no podría parar toda la caza del mundo, pero si podía evitar que una ardilla fuese capturada por unos hombres, podía hacerlo.
Sin embargo, una vez tomó a la ardilla, no supo qué hacer. Miró a un lado y hacia el otro, y luego, sin previo aviso, echó a correr como si su vida dependiese de ello.
Llevándose el paraguas del desconocido.
—¡Maldición! —maldijo el hombre —Hayato, ¡esa ardilla es oro! No dejes que escape —y ambos salieron detrás de la kunoichi, camino abajo, al lado contrario de su ruta hacia la Villa de las Aguas Termales.