18/01/2018, 21:38
Kori-sensei elogió la iniciativa de Daruu, y el muchacho se sonrojó e hizo una pronunciada reverencia. De pronto sintió un extraño calor que le subía por las orejas y un orgullo creciente en el centro del pecho.
—G-gracias, Kori-sensei.
Ayame no había visto la técnica. Daruu la golpeó en el hombro, jugueteando.
—Verás qué guay.
Kori se adelantó y se mordió el dedo pulgar. Formuló una serie de sellos y apoyó la mano en el suelo para invocar a su búho nival. Daruu se apartó justo al tiempo que el animal se sacudía y casi le salpicaba entero con más agua. «No sé por qué, si ya está lloviendo. Idiota.»
La muchacha, exaltada, se acercó al búho y le acarició en el pecho, al parecer muy segura de sí misma y de que el ave no iba a darle un picotazo en la cabeza. «Madre mía, Ayame, un día de estos verás...»
Kori la reprendió por no añadir la coletilla "-sensei" una vez más, y dijo que quizás algún día le enseñaría a invocarlos. «Me pregunto si yo también podría pedirle que me enseñe... No estaría mal.»
El Hielo les digo que ya había dado aviso a los guardias, de modo que podían salir inmediatamente.
—¿Qué es eso de "pájaros de caramelo"? —insistió Ayame.
Daruu hinchó el pecho como un pavo y se adelantó.
—¿De qué color lo quieres? —preguntó—. Bah, no sé ni para qué te digo nada. ¡Azul! —El muchacho formuló tres sellos: el del mono, el del pájaro, y el del tigre, y escupió un chorro de caramelo al suelo, que poco a poco tomó la forma de un gran ave. Cuando se estabilizó, parecía tan duro como el mismo hormigón, pero lo cierto es que estaba blandito, como una gelatina muy consistente—. ¡Tu pájaro de caramelo! —Se dio la vuelta, se alejó un poco, y repitió de nuevo la técnica, esta vez creando un ave de color verde—. Y el mío.
Se subió a lomos de su falso animal.
—Agárrate bien, y yo me encargo del resto. —Le guiñó un ojo.
—G-gracias, Kori-sensei.
Ayame no había visto la técnica. Daruu la golpeó en el hombro, jugueteando.
—Verás qué guay.
Kori se adelantó y se mordió el dedo pulgar. Formuló una serie de sellos y apoyó la mano en el suelo para invocar a su búho nival. Daruu se apartó justo al tiempo que el animal se sacudía y casi le salpicaba entero con más agua. «No sé por qué, si ya está lloviendo. Idiota.»
La muchacha, exaltada, se acercó al búho y le acarició en el pecho, al parecer muy segura de sí misma y de que el ave no iba a darle un picotazo en la cabeza. «Madre mía, Ayame, un día de estos verás...»
Kori la reprendió por no añadir la coletilla "-sensei" una vez más, y dijo que quizás algún día le enseñaría a invocarlos. «Me pregunto si yo también podría pedirle que me enseñe... No estaría mal.»
El Hielo les digo que ya había dado aviso a los guardias, de modo que podían salir inmediatamente.
—¿Qué es eso de "pájaros de caramelo"? —insistió Ayame.
Daruu hinchó el pecho como un pavo y se adelantó.
—¿De qué color lo quieres? —preguntó—. Bah, no sé ni para qué te digo nada. ¡Azul! —El muchacho formuló tres sellos: el del mono, el del pájaro, y el del tigre, y escupió un chorro de caramelo al suelo, que poco a poco tomó la forma de un gran ave. Cuando se estabilizó, parecía tan duro como el mismo hormigón, pero lo cierto es que estaba blandito, como una gelatina muy consistente—. ¡Tu pájaro de caramelo! —Se dio la vuelta, se alejó un poco, y repitió de nuevo la técnica, esta vez creando un ave de color verde—. Y el mío.
Se subió a lomos de su falso animal.
—Agárrate bien, y yo me encargo del resto. —Le guiñó un ojo.